omo que ignorabamos tal cosa, creyendo haberla dejado al otro lado del
globo.
Con frecuencia, el tronco del arbol separado de la orilla, se queda
inclinado por encima de la corriente y su ramaje no esta en contacto con
las hierbas de la opuesta ribera. Este arbol medio caido, es tambien una
especie de isla por la que nos podemos aventurar sin temor. Como
consecuencia del descenso de las tierras, la base del tronco esta
sumergida en el agua y cenida de canas y brozas flotantes. De un salto
puede posarse uno sobre la isla que se estremece, y luego, extendiendo
los brazos para mantener el equilibrio, se sube con precaucion y a
cortos pasos por el arbol, que se mece como un ser vivo. Encima
precisamente del punto donde el arroyo es mas profundo y el agua pasa
ante la vista con mayor rapidez, las ramas grandes se separan del tronco
y se dividen en ramitas pequenas curvadas por el peso de sus tiernas
hojas. iCuantas veces, ya en plena juventud, buscando la soledad, me he
sentado sobre el espacio libre entre rama y rama, descansando encima del
arroyo y balanceando mis piernas en el vacio! Alli podia tranquilamente
encontrar la alegria de vivir o abandonarme en paz a mis tristezas.
Desde lo alto de mi oscilante asiento, seguia con la vista el hilo de
agua, las islas e islotes de espuma, unas veces aislados, otras
agrupados como archipielagos, las hojas dando vueltas, los largos
montones de hierba y los pobres insectos sumergidos, agitandose en vano
contra la inexorable corriente. De vez en cuando, mi mirada, abandonada
al declive como todos esos objetos flotantes, se remontaba mas alla para
dejarse arrastrar por una nueva procesion de trozos de cana y otros
fragmentos rodeados de espuma. Alegre o melancolico, me dejaba asi
fascinar por la corriente, simbolo de ese curso que nos arrastra a todos
hacia la muerte, y luego, sustrayendome con pena a la atraccion del
agua, elevaba mi mirada a los frondosos arboles, en los que se
estremecia la vida, y hacia los ricos prados y serenos montes inundados
de sol.
CAPITULO XII
#El paseo#
Si es encantador y variado para el Robinson tendido en el islote o
encaramado al tronco de un arbol, el aspecto del arroyo, es mucho mas
hermoso todavia para el visitante que sigue la orilla de sinuosidad en
sinuosidad, caminando tan pronto sobre las rocas tapizadas de zarzas,
como sobre la espesa hierba de la pradera, o bajo la movil sombra de las
ramas agitadas. No todos, sin embargo, sab
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