s a parar a los lejanos astros, es
relativamente bien poco; el gran mar de humedad, tenido en suspension en
nuestra atmosfera, esta destinado a caer casi en su totalidad sobre el
globo terraqueo en forma de lluvia. Las innumerables moleculas de agua
son invisibles mientras el aire no se encuentra saturado; pero si el
crecimiento de humedad o el descenso de la temperatura determinan el
punto de saturacion, inmediatamente las particulas de vapor se
condensan, se convierten en gotitas de niebla o de nube, y se engloban
con millones de otras moleculas, formando un volumen inmenso, suspendido
en las alturas. Si son demasiado pesadas, las nubes se deshacen en
lluvia sobre el oceano, de donde han salido, o bien, empujadas por los
aires, van a chocar contra las escarpaduras de las colinas, por encima
de los continentes, deteniendose en los campos de las mesetas o en las
aristas y picos de las montanas. Caen en forma de lluvia o de nieve;
luego, gotas y copos, divididos hasta el infinito, penetran en la tierra
por las cavernas, las fisuras de las rocas y los intersticios del
fecundo suelo. Durante largo tiempo el agua queda oculta; despues
aparece a la luz en forma de alegre fuente, y empieza de nuevo su viaje
hacia el oceano por los lechos inclinados del arroyo, de barrancos y
rios.
Este gran circuito de las aguas ?no es la imagen de toda vida? ?No es el
simbolo de la inmortalidad? El cuerpo vivo, animal o vegetal, es un
compuesto de moleculas que cambian sin cesar, que los organos de la
nutricion o respiracion han cogido de fuera para hacerlo entrar en el
torbellino de la vida. Arrastrados por el torrente circulatorio de la
savia, de la sangre o de otros liquidos, entran a formar parte de un
tejido, luego de otro y de otros aun; asi viajan por todos los
organismos, hasta que son definitivamente expulsadas, y entran en ese
gran mundo exterior, donde millones de seres vivos se empujan y combaten
para ampararse de ellas como de una presa y utilizarlas a su vez. A los
ojos del anatomista y del micrografo, cada uno de nosotros, a pesar del
duro esqueleto y de las formas definidas de nuestro cuerpo, no somos
otra cosa que una masa liquida, un rio por el que corren con una
velocidad mas o menos grande, como en un cauce preparado por adelantado,
innumerables moleculas que provienen de todas las regiones de la tierra
y del espacio, empezando nuevamente el viaje infinito, despues de un
corto paso por nuestro organismo. Parecidos al arr
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