nes parecen tanto
mas elegantes cuanto mas sepultada aparece la naturaleza bajo la
monotona capa de nieve. En la llanura, los campos estan por todas partes
cubiertos por una capa uniforme: solo suele verse algo de verdura en los
parajes regados recientemente. A lo lejos, en las altas colinas, los
arboles del bosque dejan entrever a traves del follaje y de las ramas,
ya rojizas por los capullos y la savia, algo agradable a la vista como
el plumon de las aves: es la nieve tamizada que pudre los brezos y
helechos bajo los grandes arboles.
Al finalizar el invierno, pequenas flores levantan la tapa de nieve y se
nos presentan modestas y timidas, como la dulce promesa de un proximo
renacimiento. Es que este viene en efecto; la nieve se funde por las
rafagas de aire tibio y se infiltra en el suelo, o bien, mezclada con el
barro, se dirige hacia el arroyo por los vallecillos y regueros; la
vegetacion, adormecida durante los frios, despierta lentamente. Todo
parece renacer. Un halito venido del Mediodia ha renovado la vida en la
arboleda, en el arroyo y en nosotros mismos. El palido invierno se ha
alejado hacia el Norte, perseguido en el espacio por vivificantes rayos,
y desde el hombre al insecto, lo mismo la gota de agua que las hojas
todas, nos sentimos reanimados por el calor perfumado del sol de
primavera. Las yemas de las plantas, tan apretadas durante el invierno,
tan preservadas por su capa de vello y tan solidamente cubiertas por sus
escamas de goma, abren con alegria su prision, y como dardos, aparecen
en el vacio sus tiernas hojitas; el pajaro, cantando, levanta el vuelo
de su nido que las hojas empiezan a abrigar; los mosquitos y las
libelulas, salidos de sus larvas, vuelan alegremente por el espacio; a
la orilla del agua, que rie y centellea, se abren las flores amarillas
de los ranunculos y jacintos; hasta las desmoronadas ruinas cubiertas de
floridos girofles, parecen rejuvenecidas, como si la primavera, como el
invierno, no trabajara igualmente para consumar su destruccion.
La belleza del cielo, del agua que corre y la verdura de las plantas nos
extasia. En este renacer del ano, nos sentimos como transportados hacia
la juventud del mundo y al nacimiento de la humanidad. A pesar de los
siglos pasados nos sentimos tan jovenes como los primeros mortales,
despertando a la vida en el seno de la madre bienhechora; hasta somos
mas jovenes que ellos, puesto que tenemos plena conciencia de nuestra
vida. La tierra es ho
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