e los fastidios
del oficio o de las laxitudes del trabajo, reanimando nuestro espiritu,
hasta cuando la mirada, fatigada, vaga errante sobre las aguas sin
fijarse en ningun objeto determinado. Por otra parte, la vista del
arroyo nos fortifica y rejuvenece tanto mas cuanto mayor y variado es el
espectaculo que nos ofrece, cambiando cada epoca del ano, cada mes y
hasta cada dia. Gracias a la variacion del paisaje que nos rodea,
nuestras ideas rejuvenecen tambien; el ambiente que nos rodea satura
nuestra vida de nuevas fuerzas.
Hasta en la temporada en que la naturaleza se muestra mas avara de sus
riquezas, el arroyo nos encanta por su nuevo aspecto. Durante los
grandes frios, los hombres que mejor resisten las bajas temperaturas,
pueden asistir a presenciar la lucha conmovedora que se verifica entre
el hielo invasor y el agua que queda liquida. De cada pequena piedra y
de cada raiz descubierta, parten una serie de agujas de cristal que,
ordenandose unas tras otras, avanzan por la superficie del agua
formando laminas radiantes a derecha o izquierda y una capa de hielo
formada por innumerables laminas, se teje lentamente sobre la superficie
liquida. Luego, una especie de collarete, graciosamente cortado, oscila
alrededor de los puntos prominentes de la orilla, de los juncos y las
raices sumergidas en el agua, y cada una de esas franjas de hielo,
adquiere sucesivamente desde el tono mate del cristal sucio, al brillo
del diamante, segun el movimiento de las pequenas ondulaciones que la
agitan y la hacen contenerse, tan pronto sobre una capa de aire como
sobre la misma masa de agua. Avanzando poco a poco hacia la anchura, el
simple collarete de cristal se agranda, y recubre a una gran distancia
de la orilla la tranquila corriente del pequeno arroyo. Solo un estrecho
camino por donde pasa la corriente rapida, queda abierta por entre las
debiles peliculas con que termina la helada lamina. Sobre la superficie
de las rocas que bordean la cascada, las gotas de agua forman un tenue
capa de hielo y el liquido que se extiende lentamente por las fisuras de
la pena se endurece en largos regueros transparentes, tan hermosos como
las estalactitas de las grutas. Al fin, si la temperatura continua
bajando, el arroyo se solidifica de una a otra orilla, y a veces se
congela hasta el fondo, convirtiendose en una calzada de marmol verdoso
manchado de puntos blancos por las vesiculas de aire que encierra. Las
cascadas, solidificadas, parecen de
|