tridente.
Para contemplar en toda su majestad una de esas poderosas masas de agua,
y comprender que se tiene ante la vista una de las fuerzas en movimiento
de la tierra, no es necesario hacer un largo viaje, atravesar el Viejo
Mundo, o ir a visitar, cerca de su desembocadura el Brahmaputrah y el
Yat-tse-kiang, los dos, hijos del mismo dios; no es necesario tampoco
salvar el Atlantico y viajar por el Misisipi, el Orinoco o el Amazonas,
anchos como mares y sembrados de archipielagos. Nos basta, en los
limites del pais que habitamos, con seguir el margen de uno de esos
cursos de agua que contienen su marcha y se extienden ampliamente al
aproximarse a un estuario donde su masa tranquila va a mezclarse con las
olas del oceano. iVisitese el bajo Somme o el Sena cerca de Tancarville,
el Loira entre Paimbouef y Saint Nazaire, el Garona y el Dordona en el
punto donde se reunen para formar el mar de Gironda! iContemplese sobre
todo la punta septentrional de la Camarga donde el Rodano se divide en
dos brazos!
El rio es inmenso y tranquilo. Su enorme caudal, que ocupa un lecho de
mas de un kilometro de ancho, se distingue en seguida entre las dos
corrientes: apenas algun remolino de espuma rueda al abrigo de una roca
que prolonga la punta de la isla en forma de espuela. Por la izquierda,
el brazo menos caudaloso, que llaman el pequeno Rodano, es, no obstante,
una poderosa corriente bastante mas fuerte que la del Garona, el Loira y
el Sena; por la derecha, el gran Rodano, se oculta a la vista por una
ribera poblada de sauces que cubren la mitad del vaporoso espacio. En el
inmenso circulo del horizonte no se ve mas que agua o tierras
arrastradas por el rio y depositadas en capas por particulas sucesivas;
solo al Este se distinguen algunas cimas rocosas de los montes Alpinos,
azules como el cielo, y hacia el Norte aparecen vagamente las cimas
conicas de Beaucaire, al pie de las cuales empieza el antiguo golfo
marino que los arrastres del rio han llenado poco a poco. Islas,
peninsulas, riberas, todo esta compuesto de una arena obscura que el
Rodano y sus afluentes han mezclado, despues de haber recibido de los
torrentes superiores los detritos de los Alpes, del Jura y de los
Cevenas. La gran isla de Camarga, cuyos bordes se ven a lo lejos entre
los dos Rodanos, y que tiene lo menos ochocientos kilometros de
superficie, es en si, un presente del rio que en otros tiempos formaba
parte de los montes de Suiza y de Saboya. Tal es el tra
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