a hierba, del animal, del hombre y
del dios, simbolos primitivos del encadenamiento infinito de la vida en
el universo. A la vista del nino, cualquier viejo tapiz se puebla de
seres animados. iCon que sencilla fe contempla sobre los viejos y
apolillados lienzos la imagen de Syrinx extendiendo aun los brazos,
cuando ya esta convertida a medias en grupo de canas, Procrios echando
raices para convertirse en alamo, o la ninfa Byblis fundiendose en
llanto, para correr eternamente en forma de fuente!
Pues bien; cambios parecidos a los que inventaron la imaginacion de los
pueblos en su infancia y la ficcion de los poetas, no cesan de
realizarse en el gran laboratorio de la naturaleza; solo que se efectuan
por un lento trabajo interior, por transicion gradual de vida y de
muerte entre todo lo que muere y lo que nace, y no por subitos milagros.
La gota de agua se cambia en celula de planta, esta se transforma en
simiente, luego en pan y, en el cuerpo del hombre, en parte de vida.
Parece a primera vista que el arroyo no pueda transformarse asi en otras
plantas que en las de sus orillas. Sin duda que la vegetacion de los
margenes, aspirando la humedad por sus raices y bebiendo abundante vapor
por sus hojas, es bastante mas viva y alegre; las parras salvajes, los
alamos blancos y el temblon con sus hojas de plata constantemente
estremecidas, se levantan hacia el espacio altos, derechos, hinchadas de
jugo sus fibras y lisa su corteza, rompiendose por el impulso de la
savia que se desborda. Las hierbas, en apinados y compactos grupos, y
multitud de arbustos, llenan los intersticios entre los troncos; el mas
pequeno espacio vacio se puebla inmediatamente de plantas deseosas de
aproximarse al arroyo bienhechor. Pero el agua realiza tambien su obra
lejos de sus bordes. Hasta durante la sequia, extiende su vivificante
frescura rezumando por las pedregosas y arenosas margenes, y penetra en
el subsuelo donde alimenta las raicillas de las plantas. Despues de las
lluvias, cuando se eleva el nivel del arroyo, la percolacion subterranea
se propaga y se extiende a lo lejos bajo las capas superficiales del
suelo de los campos, y durante las grandes crecidas, las aguas
desbordadas renuevan la tierra, la saturan de humedad y suministran asi
los elementos de vida a la multitud vegetal.
El espectaculo de los campos inundados es triste ciertamente. Los cercos
medio cubiertos determinan aun los limites bien conocidos que separan la
propiedad; los
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