uando llegan a la playa
donde los esperan grandes navios, un fuerte movimiento con el palo que
les sirve de remo basta para abordar.
iCuan hermosos resultan, esos hombres de la naturaleza, cuando a la
desembocadura de los rios, y mas heroicos aun en plena mar, se aventuran
en su debil esquife sobre las grandes olas, donde tan pronto parecen
sepultados bajo las aguas como reaparecen rodeados de espuma! iY cuan
abnegados y honrados son estos buenos barbaros, y que profunda y grata
impresion dejan en el cansado viajero que ha recibido una sola vez
hospitalidad en su cabana! La historia de su raza es la de las grandes
degollaciones de su pais; en sus antepasados, tal vez no haya uno
durante tres siglos despues de la conquista de las Antillas, que no haya
sido brutalmente degollado por algun _civilizador_; sin embargo, no
conservan ningun rencor, y su honrada bondad se armoniza con su limpido
cielo, sus tierras tan fecundas, y sus arroyos con inmarcesibles y
encantadoras riberas.
El trabajo de nuestros madereros de Europa es mucho mas penoso. La tala
gradual de los bosques de la llanura les ha obligado a continuar su
industria en los accidentados desfiladeros de las sierras. En vez de
dejarse mecer dulcemente por el curso tranquilo de una corriente
sinuosa, es preciso disciplinar el salvaje torrente, refrenar ese
monstruo furioso deteniendolo unas veces y activando su corriente otras.
El peligro les amenaza a cada instante, y si muchas veces salvan su
vida, no es mas que por la fuerza, la agilidad y un continuo heroismo.
El paraje mismo donde trabajan, tiene en si algo de terrible; no durante
el verano, cuyo ardiente sol dora las hojas de los arboles y hace
sonreir hasta el horror de los precipicios, pero en el otono, cuando las
nubes pasan corriendo por encima de los sombrios barrancos y dejan en
las cimas de los montes sus jirones como gigantescos lienzos rotos, y el
viento, ya helado, penetra con estruendo en los estrechos valles,
produciendo un prolongado ruido de trueno que repercute a lo lejos.
Luego, la nieve se extiende sobre las alturas, y, con frecuencia, la
niebla que sube por la pendiente del monte, deja tras si un triple
fenomeno de tristeza; en lo mas alto ha tenido de blanco el obscuro
bosque; mas abajo, un color gris de agua y de nieve, y en las gargantas
de la sierra lluvia fria y abundante. No obstante, en la glacial
atmosfera los cortadores de madera sudan a chorros porque manejan el
hacha y cada gol
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