por el del
trabajo.
En los prados que no estan protegidos por un dique o una hilera de
arboles contra el impetu del arroyo, las debiles margenes son facilmente
derribadas. El agua que las golpea mina su base; pero durante algun
tiempo, las raices entremezcladas en el cesped sostienen la capa
superior, saliente como cornisa por encima del agua. Cuando ninos, ha
sido la alegria de todos nosotros correr diestramente a lo largo de este
borde tembloroso y hundirlo a patadas en enormes fragmentos, huyendo
oportunamente para no ser arrastrados en la caida, siendo grande nuestra
alegria, cuando una enorme masa de tierra se desprendia y caia con
estrepito enturbiando extensamente el agua del arroyo. Pero mas de una
vez tambien, la serie de nuestras aventuras ha terminado con un
imprevisto remojon y el desgraciado naufrago, repentinamente calmado de
su loca alegria, ha tenido que retirarse cabizbajo a la choza inmediata
del campesino para enjuenjuagarse ropas en la hoguera de sarmientos.
Despues de las paredes de dura roca, las riberas que mejor resisten la
fuerza de la corriente son las protegidas por una poderosa plantacion de
arboles. Los alamos, chopos y alisos, sirven de baluarte contra la
invasion del agua. Sus raices, que penetran profundamente en la tierra,
hacen el papel de fuertes pilotes, mientras que las raices pequenas,
agitandose como extranas cabelleras y desplegandose en largos haces, se
sumergen hasta el fondo del cauce, y por sus millares de fibras se
convierten en indestructibles tejidos. En las grandes crecidas, cuando
la masa de agua ha disuelto y arrancado la tierra que rodea a esos
tejidos de raices, estas contienen la rapidez de la corriente,
conservando entre sus mallas las particulas de limo; las obligan a
depositarse en sus intersticios y forman una capa que reemplaza a la
orilla anterior. Protegidos asi, los margenes, amenazados por la
violencia del liquido elemento, se mantienen durante anos y siglos
mientras que, desprovistos de vegetacion, cambiarian constantemente.
No obstante, el tiempo hace siempre su obra. Como consecuencia de un
desprendimiento o de trabajos subterraneos de algunos animales, la
ribera concluye por presentar un punto debil al que la corriente ataca
para destruir las empalizadas que encajonan el arroyo. Las raices de
los arboles quedan al aire, el agua mina la base del tronco, y, privado
del punto de apoyo, se inclina por encima del agua. Llegado este
momento, el peso del a
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