, no
obstante ser casi imperceptible, pues que algunos fisicos que han medido
su espesor lo valuan en algunas millonesimas de milimetro apenas. A
veces un repentino remolino rompe la irisada capa, y pequenitas manchas
de agua pura se destacan en negro como lagos sobre el fondo colorado. En
cuanto a los estratos de espuma, unos se detienen por las orillas, otros
se ensanchan por el impulso de la corriente, y se curvan formando
semicirculos, espirales y ondulaciones graciosas. Por sus pliegues y
repliegues de espuma, por su diversidad de colores, sus manchas y
tonalidades, la superficie del charco se parece al marmol pulido, el
que, por otra parte, no cabe duda que debe sus colores y dibujos
elegantes, lo mismo que otras rocas admirablemente maqueadas, a los
caprichos de la espuma, a los lentos movimientos de las aguas
depositando sus aluviones.
Todos estos depositos, por ligeros que sean, contribuyen a levantar el
fondo, y tarde o temprano, transcurridos anos o siglos, emergen
nuevamente, y fertilizando el terreno, se recubre este de vegetacion.
Este trabajo se hace lenta pero continuamente y cada ano, cada dia, la
forma del cauce cambia por las continuas sedimentaciones. Dondequiera
que un obstaculo contenga la rapidez, el arroyo cesa de empujar los
granos de arena del fondo y abandona las particulas solidas que llevaba
en suspension. Si una piedra caida, si un arbol derribado, si un haz de
canas turba la regularidad del lecho, inmediatamente la tranquila
corriente del fondo del arroyo depositara un pequeno banco de arena
delante del dique, que mas tarde es probable se convierta en islote.
Sobre todos los puntos bajos donde el agua se arrastre con esfuerzo, los
depositos se acumulan, nacen los juncos, y las riberas, levantadas sobre
pequenas peninsulas, avanzan incesantemente sobre la superficie del
arroyo.
Clarificandose sin cesar por las asperidades del fondo y de las
margenes, la corriente que por arriba habia enturbiado el violento
chubasco o los hundimientos de tierra, recobraria bien pronto su pureza
si en su marcha no derribara continuamente de un lado para edificar en
otro. Contiene su marcha y se purifica contorneando los cabos arenosos,
pero se precipita con furia contra los altos ribazos, los mina por la
base y se carga nuevamente de materias extranas. De curva en curva y de
una a otra ribera, alterna en su trabajo; deja en la derecha lo que ha
tomado en la izquierda: el ritmo de los meandros se completa
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