rante un siglo; luego, durante otro periodo, son raras o faltan casi
completamente en un mismo punto de nuestro planeta. Asi cambian tambien
los cauces de las aguas, cuya direccion y volumen dependen a la vez de
todas las condiciones del relieve y el clima.
En cuanto a nuestro arroyo, fue seguramente en tiempos pasados un ancho
y profundo rio. Su valle, cuyos campos y prados ocupan actualmente toda
su anchura, estaban llenos de agua, y sobre las pendientes opuestas de
las colinas se ven todavia las antiguas margenes esculpidas por la
corriente. El espacio en el cual los arboles de la orilla balancean
libremente sus cabezas, estaba ocupado, hasta veinte o treinta metros
del suelo, por una masa liquida enorme, corriendo con una velocidad de
diez kilometros por hora. Esto es, al menos, lo que nos han dicho los
geologos despues de haber hecho remover el suelo por los campesinos y
haber observado durante largo tiempo en la llanura y las vertientes de
las colinas las arenas, las piedras y arcillas arrastradas en otras
epocas por la corriente. Parece que el Sena arrastraba en otro tiempo en
sus grandes crecidas un caudal de agua como el Misisipi. Nuestro rio,
pues, era grande como el Danubio; por el hubieran podido navegar grandes
escuadras, si en aquel tiempo hubiera habido hombres que las
construyeran.
Para ver hoy el humilde arroyo tal cual fue en otra epoca de nuestro
planeta, nos hemos de transportar con el pensamiento sobre las margenes
de algun gran rio de la America del Sur. iQue cambio de espectaculo tan
repentino! Me encuentro solo, olvidado, sobre una isla de arena, un
medio del agua. Ni a uno ni a otro lado distingo la tierra; la curva
vaporosa del horizonte une el lienzo gris del rio con la boveda del
cielo. Una de las riberas esta tan lejos que ni siquiera distingo las
sinuosidades, y los arboles me parece que se levantan encima de las
aguas como una muralla de verdura. La otra orilla esta mas proxima, pero
el bosque impide ver los accidentes del suelo; no hay ni un claro entre
las ramas que permita ver prados, campos y rocas; los troncos de los
arboles, tocandose unos con otros, las branchas entrelazadas y las
lianas y los tapices de hojas y plantas parasitas, limitan completamente
el paisaje. La masa verde, uniforme y grandiosa, se presenta como
iluminada: parece que bajo el azul del cielo la tierra esta
completamente ocupada por arboles y agua. Ante mi vista corre un rio
rapido, imponente. Diferente al arro
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