e que se mueve por impulsos sucesivos,
deja tras si dos estelas oblicuas en las que se encierran circulos
desiguales; otro bicho, una abeja tal vez caida de un arbol, se deshace
dando vueltas agitando sus alas con tal rapidez que el agua se riza con
una miriada de lineas vibrantes, entrecruzando sus innumerables
circulos: el insecto que se agita con tanta viveza, es lentamente
arrastrado por el curso del arroyo y a veces lo vemos desaparecer
repentinamente; es que un pez, con rapidez incomparable, acaba de
tragarse al insecto, cesando todo su cortejo de lineas circulares.
Y yo tambien, tranquilo contemplador del arroyo y sus maravillas, puedo
variar hasta el infinito el aspecto de la superficie liquida con solo
sumergir mi mano en la corriente. Dirigiendola al azar, lenta o
rapidamente, cada uno de mis movimientos modifica las ondulaciones de
la superficie movible. Las ondas, los remolinos y los torbellinos
cambian de punto; todo el regimen del curso liquido varia por mi
voluntad segun la posicion de mi brazo, y las ondas que se forman ante
mi las veo agruparse hacia la corriente, mezclarse a otras ondulaciones
y, cada vez mas debiles, pero siempre visibles, se extienden hasta la
inmediata curva del arroyo. La presencia de esa superficie rizada,
obedeciendo al impulso de mi mano, despierta en mi una especie de
tranquila alegria mezclada con no se que de melancolia. Las pequenas
ondulaciones que yo provoco en la superficie del agua se propagan a lo
lejos de ola en ola a grandes distancias. De igual modo, toda idea
vigorosa, toda palabra energica y firme, todo esfuerzo en el gran
combate de la justicia y la libertad, repercuten al salir de nosotros de
hombre en hombre, de pueblo en pueblo, y desde los mas remotos tiempos a
las edades futuras. Pero si nos colocamos en otro punto de vista, y
observamos la interminable sucesion de las cosas, entonces, la historia
entera de la humanidad no es otra cosa, segun la expresion de Heimholz,
que una ola casi imperceptible en el mar sin limites del tiempo.
CAPITULO X
#La inundacion#
Durante muchas horas seguimos con la mirada el curso del torrente y con
sorpresa observamos que la superficie del arroyo cambia a nuestra vista.
Al parecer es en el mismo punto donde las hojas entran en el remolino y
se sumergen dando vueltas; en esos sitios el agua se extiende en
lienzos, se pliega en ondulaciones y se precipita por rapidas
pendientes; a la misma altura, al parecer, se mo
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