a la
que suceden otros rodeos hasta que el arroyo se mezcla con las aguas del
rio para confundirse con las del mar.
Las corrientes que mas encantadoramente presentan esta ritmica sucesion
de rincones y pequenas peninsulas, son los torrentes cuyo cauce se
extiende por un amplio lecho de arenas y guijarros, y los riachuelos o
barrancos que corren por prados, entre orillas arenosas que se hunden
facilmente por la accion de la corriente. Tales son las orillas de
nuestro arroyo en casi todo su curso que empieza en la base de los
montes. Al igual que muchas otras aguas corrientes cantadas por los
poetas, esta despierta en la imaginacion la idea de una gigantesca
serpiente que se resbala bajo la hierba reflejando sus circulos. Visto
desde la cumbre de una colina, sus curvas brillan a la luz como los
pliegues y repliegues de una culebra con reflejos de plata; solo que,
mayor que los dragones de la antigua mitologia, estas enormes serpientes
tienen por lecho un valle que se extiende hasta perderse de vista, desde
los montes hasta la tierra baja o hasta las arenosas playas del oceano.
En casi todas las comarcas del mundo, los campesinos han tenido la
natural idea de asimilar el nacimiento del arroyo a la cabeza de un
animal inmenso: para ellos la fuente es el "Jefe del Agua", _Ras el
Ain_.
Lo mismo que nuestro arroyo y todos los riachuelos y rios del mundo,
igual que el tortuoso Meandro de Asia, que ha dado su nombre a las
sinuosidades de su curso, los arroyuelos de algunos metros de largo que
se determinan en las playas del oceano, despues de los reflejos de la
marea, tienen tambien graciosas formas serpentinas. Cada uno de estos
pequenos surcos, con sus afluentes casi imperceptibles que a el
convergen, se dibuja sobre el suelo como la imagen de un arbusto cuyas
ramas sacude el aire. El mar, poderoso, con una sola de sus olas cubre
de arena todos esos pequenos sistemas de rios en miniatura; pero los
hilillos de agua que descienden luego se practican un nuevo cauce, y
sus lechos, de solo algunos milimetros de ancho, se determinan otra vez
en una serie de ondulaciones regulares. Si se practica un agujero en la
arena por encima de un cuerpo solido arrastrado tras la corriente, o en
el punto ocupado por una concha marina, el pequeno torrente de unas
cuantas gotas, atraido hacia este hoyo, desaparece dando vueltas en
movimiento analogo al de un tornillo. Cuando el microscopio nos revela
los misterios de la simple gota de agua ape
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