eva curva
hacia la superficie, aparece a la luz y desaparece otra vez bajo las
curvas liquidas, que, al mismo tiempo, han descendido hasta el fondo
del cauce. Por la Impulsion de la corriente, las moleculas de agua
cambian constantemente su posicion respectiva; dirigense unas hacia la
derecha y otras se desvian hacia la izquierda. En el cauce comun cada
gota tiene su curso particular, graciosa serie de curvas verticales,
horizontales, oblicuas, comprimidas en las grandes sinuosidades del
arroyo: asi es tambien como el circuito de un planeta se desenvuelve en
la orbita inmensa del sistema solar que lo arrastra.
Estudiado en conjunto, el arroyo se desvia a un lado y a otro como las
gotas que lo componen. Su masa, contenida por una piedra o un tronco de
arbol que obstruye su lecho, se desvia un poco y va a chocar contra una
orilla. Rechazado por el obstaculo, se dirige hacia la orilla opuesta,
la hiere y, nuevamente rechazado, se lanza en sentido inverso. Asi la
corriente se dirige sin cesar de un lado a otro trazando curvas
sucesivas: desde el manantial a la desembocadura, el agua no hace mas
que rebotar contra los dos ribazos. Las ondulaciones concavas y convexas
alternan en toda la longitud de sus bordes: para la mirada es esto un
ritmo, una musica.
Tampoco la regularidad de las curvas es matematica; las sinuosidades
varian de forma hasta el infinito, segun la naturaleza del terreno, el
declive del suelo, la violencia de la corriente y los guijarros que
rueden por su cauce. Entre las paredes de las rocas, los angulos se
redondean ligeramente en las vueltas repentinas; el agua, impotente para
minar los asientos de las piedras, retrocede bruscamente; en los montes,
sobre todo, donde la pendiente del cauce es muy considerable, el
torrente encajonado por los desfiladeros, serpentea a uno y otro lado
con impetus sucesivos, como animal perseguido que procura salirse de la
punteria del cazador. En el llano, sus riberas, consolidadas por las
raices de grandes arboles, resisten tambien durante mucho tiempo a la
accion de la corriente, y en muchos puntos el cauce del arroyo no ofrece
mas que ligeras sinuosidades en un gran trecho: asiendose fuertemente de
una rama e inclinandose por encima de las aguas, se ve a lo lejos la
perspectiva de ramas y troncos reflejados sobre el movible cristal,
rayado por la luz de trecho en trecho. No obstante, tambien aqui, donde
el curso parece casi recto, concluye por determinar una sinuosidad
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