de las materias interiores se
verifica ya en la chimenea central, ya en alguna de las grietas de las
laderas; volcanes secundarios nacen por uno y otro lado en las
vertientes del principal, haciendo brotar jorobas en su superficie. El
mismo viento trabaja para darle forma irregular, haciendo que caigan
donde a el le place las cenizas arrojadas durante las erupciones.
Pero ?podria compararse nuestra montana, anciano testigo de otras
edades, a un volcan, monte que apenas nacio ayer y que aun no ha sufrido
los ataques del tiempo? Desde el dia en que el punto de la tierra en que
nos encontramos adquirio su primera rugosidad, destinada a transformarse
gradualmente en montana, la naturaleza (que en el movimiento y la
transformacion incesantes) ha trabajado sin descanso para modificar el
aspecto de la protuberancia; aqui ha elevado la masa; alli la ha
deprimido; la ha erizado con puntas, la ha sembrado de cupulas y
cimborrios; ha doblado, ha arrugado, ha surcado, ha labrado, ha
esculpido hasta lo infinito aquella superficie movible, y aun ahora,
ante nuestros ojos, continua el trabajo.
Al espiritu que contempla a la montana a traves de la duracion de las
edades, se le aparece tan flotante, tan incierta como la ola del mar
levantada por la borrasca: es una onda, un vapor: cuando haya
desaparecido, no sera mas que un sueno.
De todos modos, en esa decoracion variable o transformada siempre,
producida por la accion continua de las fuerzas naturales, no cesa de
ofrecer la montana una especie de ritmo soberbio a quien la recorre para
conocer su estructura. De la parte culminante una ancha meseta, una masa
redondeada, una pared vertical, una arista o piramide aislada, o un haz
de agujas diversas, el conjunto del monte presenta un aspecto general
que se armoniza con el de la cumbre. Desde el centro de la masa hasta la
base de la montana se suceden, a cada lado, otras cimas o grupos de
cimas secundarias. A veces tambien, al pie de la ultima estribacion
rodeada por los aluviones de la llanura o las aguas del mar, aun se ve
una miniatura de monte brotar, como colina del medio del campo, o como
escollo desde el fondo de las aguas. El perfil de todos esos relieves
que se suceden bajando poco a poco o bruscamente, presenta una serie de
graciosisimas curvas. Esa linea sinuosa que reune las cimas, desde la
mas alta cumbre a la llanura, es la verdadera pendiente: es el camino
que escogeria un gigante calzado con botas magicas. La montana
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