de han salido, pero se nos revela su movimiento por el
brillo chispeante del agua que se muestra de distancia en distancia, ya
al salir de ventisqueros quebrados, ya en las lagunas y en las cascadas
del valle o en las revueltas tranquilas de las campinas inferiores.
Viendo los circulos, los precipicios, los valles, los desfiladeros,
asistimos, como convertidos de pronto en inmortales, al gran trabajo
geologico de las aguas que abrieron sus cauces en todas direcciones en
torno de la masa primitiva de la montana. Se les ve, digamoslo asi,
esculpir incesantemente esa masa enorme para arrancarle despojos con que
nivelan la llanura o ciegan una bahia del mar. Tambien veo esa bahia
desde la cima a donde he trepado; alli se extiende el gran abismo azul
del Oceano, del cual salio la montana, y al cual volvera tarde o
temprano.
Invisible esta el hombre, pero se le adivina. Como nidos ocultos a
medias entre el ramaje, columbra cabanas, aldeas, pueblecillos
esparcidos por los valles y en la pendiente de los montes que verdean.
Alla abajo, entre humo, en una capa de aire viciada por innumerables
respiraciones, algo blanquecino indica una gran ciudad. Casas, palacios,
altas torres, cupulas se funden en el mismo color enmohecido y sucio,
que contrasta con las tintas mas claras de las campinas vecinas.
Pensamos entonces con tristeza en cuantas cosas malas y perfidas se
hallan en esos hormigueros, en todos los vicios que fermentan bajo esa
pustula casi invisible. Pero, visto desde la cumbre, el inmenso panorama
de los campos, lo hermoso, en su conjunto con las ciudades, los pueblos
y las casas aisladas que surgen de cuando en cuando en aquella extension
a la luz que las bana, fundense las manchas con cuanto las rodea en un
todo armonioso, el aire extiende sobre toda la llanura su manto azul
palido.
Gran diferencia hay entre la verdadera forma de nuestra montana, tan
pintoresca y rica en variados aspectos, y la que yo le daba en mi
infancia, al ver los mapas que me hacian estudiar en la escuela.
Pareciame entonces una masa aislada, de perfecta regularidad, de iguales
pendientes en todo el contorno, de cumbre suavemente redondeada, de base
que se perdia insensiblemente en las campinas de la llanura. No hay
tales montanas en la tierra. Hasta los volcanes que surgen aislados,
lejos de toda cordillera y que crecen poco a poco, derramando
lateralmente sobre sus taludes lavas y cenizas, carecen de esa
regularidad geometrica. La impulsion
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