alturas en las hiladas de las montanas. Se
los ve en la mayor parte de las cimas pirenaicas; forman alpes enteros;
se los encuentra en el Caucaso y las cordilleras, y si el hombre pudiera
subir hasta las cumbres del Himalaya, tambien alli los hallaria. Hay
mas; estas capas fosiliferas que pasan hoy de la zona media de las
nubes, alcanzaban en otro tiempo alturas mas considerables. En muchos
sitios, en vertientes de montanas, se comprueba que existen
interrupciones frecuentes en las hiladas de rocas. Aca y alla encuentra
tal vez el geologo en las canadas algunos trozos de estos terrenos, pero
las capas continuas no se reanudan hasta mucho mas lejos, en la
vertiente opuesta. ?Que ha sido de los fragmentos intermedios?
Existieron, porque, aun al quebrarlos, la masa granitica que subia desde
lo interior, solo ha podido henderlos; pero las hiladas hendidas
continuaban sobre la resbaladiza cumbre.
CAPITULO VI
#La destruccion de las cimas#
Y, sin embargo, aquellas masas enormes, montes apilados sobre montes,
han pasado como nubes barridas del cielo por el viento; hiladas de tres,
cuatro y cinco kilometros de espesor, cuya existencia nos revela el
corte geologico de las rocas, han desaparecido para entrar en el
circuito de una nueva creacion. Verdad es que la montana todavia nos
parece formidable y contemplamos con admiracion parecida al espanto sus
soberbios picos que atraviesan las nubes en el aire glacial del espacio.
Son tan altas estas piramides nevadas, que nos ocultan la mitad del
cielo. Desde abajo, sus precipicios, que la mirada intenta en balde
medir, nos causan vertigos. Y, sin embargo, todo ello no es mas que una
ruina, un simple residuo.
En otro tiempo, las capas de caliza, pizarra y asperon que se apoyan en
la base de la montana y se yerguen aca y aculla en cimas secundarias, se
unian por encima del remate granitico en capas uniformes; sumaban su
espesor enorme a la elevacion ya altisima del pico superior. Doble era
la altura de la montana; llegaba entonces su vertice a aquella region en
que esta tan enrarecida la atmosfera, que ni aun puedo sostenerse en
ella el ala del aguila. No es ya la mirada, sino la imaginacion la que
se espanta al pensar en lo que la montana era entonces y en lo que le
han robado nieves, hielos, lluvias y tormentas durante la serie de los
tiempos. iQue infinita historia, que innumerables vicisitudes en la
sucesion de las plantas, de los animales y de los hombres, desde que
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