fican en el seno de
la montana. Pronto la piedra, comprimida en espacio harto estrecho,
levanta y separa las hiladas superiores, hace caer enormes lienzos, y
con lentos esfuerzos, cuyos resultados son iguales a los de poderosa
explosion, agrupa de nueva manera las rocas de la montana. Ora se
contrae la piedra, ora se hiende, ya se abre en grutas, ya en galerias,
ya se verifican grandes hundimientos, modificando asi la apariencia y
exterioridad del monte. A cada modificacion intima en la composicion de
la roca, corresponde un cambio en el relieve. La montana reune en si
todas las revoluciones geologicas. Ha crecido durante millares de
siglos, ha decrecido, durante igual tiempo, y en sus hiladas se suceden
sin termino todos los fenomenos de crecimiento y decrecimiento, de
formacion y destruccion, que se verifican en la tierra en proporcion
mayor. La historia de la montana es la del planeta; destruccion
incesante, inacabable renovacion.
Cada roca resume un periodo geologico. En esa montana de tan agraciado
perfil, que surge de la tierra con tan nobles actitudes, creeriamos ver
la obra de un dia, tanto es la unidad del conjunto, y tanto es lo que
concurren los pormenores a la armonia general. Y sin embargo, esta
montana ha sido esculpida durante un millon de siglos. Ahi, antiguo
granito relata las viejisimas edades en que aun no habia cubierto la
escoria terrestre la fibra vegetal. La egnesia que se formo quizas en la
epoca en que aun no habian nacido animales ni plantas, nos dice que,
cuando el Oceano la dejo en sus orillas, ya habian sido demolidas por
las olas algunas montanas. La placa de pizarra que conserva los huesos
de un animal, o solamente una ligera huella, nos cuenta la historia de
las innumerables generaciones que se han sucedido sobre la tierra en la
incesante batalla de la vida: los rastros de huella nos hablan de
aquellos bosques inmensos, representados despues de su muerte por
ligeras capas de carbon; el acantilado calizo, amontonamiento de
animales revelados por el microscopio, nos hace asistir al trabajo de
las multitudes de organismos que pululaban en el fondo de los mares; los
residuos de todas clases nos recuerdan las aguas pluviales, las nieves,
los ventisqueros, los torrentes, limpiando los montes como lo hacen hoy
y cambiando de siglo en siglo el teatro de su actividad.
Al pensar en todas esas revoluciones, en esas transformaciones
incesantes, en esa serie continua de fenomenos que se producen en
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