lo es menos la montana para quien la
mira desde lo alto, sobre todo por la manana, cuando la misma cima
resalta en el cielo, mientras envuelve su base un mar de nubes, que es
un verdadero Oceano extendido por todas partes hasta donde alcanza la
vista. Las olas blancas de la niebla ruedan por la superficie de aquel
mar, no con la regularidad de las liquidas, sino con majestuoso desorden
en que se pierde la mirada. Aqui se las ve hervir, hincharse en trombas
de humo y desparramarse despues en copos como la nieve y desaparecer en
el espacio; alla se abren como valles llenos de sombras. Aculla hay
continuo remolino, movimiento de olas que se persiguen y se alcanzan en
caprichosos circulos. A veces es bastante lisa la faja de vapores; el
nivel de las ondas de bruma se sostiene a altura casi uniforme en todo
el contorno de rocas que sobresalen como promontorios, y en muchos
sitios cimas de colinas aisladas se yerguen encima de la niebla como
islas o escollos. En otras ocasiones, el Oceano brumoso se reparte en
mares distintos y deja ver por sus desgarraduras el fondo de los valles
como un mundo inferior que nada tiene de la suave serenidad de las
cimas. El sol ilumina oblicuamente todas las volutas de bruma que se
elevan en aquel mar: los matices dorados, purpurinos y sonrosados que se
mezclan con el blanco puro, varian hasta lo infinito la apariencia de la
niebla flotante. Proyectase a lo lejos sobre los vapores la sombra de
los montes y varia incesantemente con la marcha del sol. El espectador
observa con asombro su propia sombra reproducida en el lago de vapor,
algunas veces con gigantescas proporciones. Parecele ver un monstruo
espectoral, al cual hace mover a su gusto, inclinandose, andando,
moviendo los brazos.
Ciertas montanas que se yerguen en el seno del mar azul de los vientos
aliseos estan casi siempre rodeadas, hacia la mitad de su altura, de una
faja de niebla que oculta casi siempre al viajero, que llego a la cima,
la vista de la llanura cerulea; pero alrededor de la cima cuyas
cercanias recorro, las nieblas suben y bajan, cambian, se disuelven al
azar, sin que sus fenomenos sean constantes. Despues de horas o dias de
obscuridad, acaba el sol por perforar la masa brumosa, la desgarra,
dispersa sus jirones, los evapora en el aire y pronto se ilumina de
nuevo bajo la luz vivificante la tierra de abajo que estaba privada de
la suave claridad. Pero tambien sucede que se espesan y se acumulan las
nieblas en nubes ap
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