pas nevadas de distinto espesor, que
alternan con la roca desnuda. Donde la pena esta formada por estratos
regulares, la nieve dibuja limpiamente las lineas de separacion. Se posa
sobre las cornisas y cae por las paredes de los derrumbaderos. A traves
de toda clase de fragosidades salientes y entrantes se ve alargarse con
asombrosa regularidad la linea de las hiladas por espacio de muchas
leguas: parecen haber sido superpuestas por manos de un arquitecto
gigantesco.
Sin embargo, estas pasajeras nieves de estio que envuelven a manera de
velo la montana, y que en lugar de ocultar las formas de estas, las
dibujan con todas sus particularidades, son una coqueteria de la
naturaleza. Pronto desaparecen de las colinas inferiores y de los montes
avanzados: cada dia acortan sus limites hacia arriba los rayos solares.
En los dias hermosos pueden seguirse de hora en hora, con la mirada, los
progresos de la fusion.
Cada quebrada de las que recortan hasta la mitad de la altura las
laderas de la montana, nos muestra una vertiente libre ya de nieves (la
que ilumina libremente el sol de mediodia), y otra de resplandeciente
blancura (la que mira al horizonte septentrional). Despues esta misma
vertiente descubre sus cespedes y sus rocas; de la caida estival de las
nieves no queda mas que un corto numero de charcos, cada vez mas chicos,
huella de los aludes en miniatura que llenaron los huecos de los
alfoces. Estos aguazales se mezclan con tierra y guijarros y el arroyo
que pasa se va llevando gota a gota sus manchados residuos.
Encanta ver esas nieves de algunos dias. Gusta seguir con la mirada su
variable decoracion, apenas aparecen, cuando se deshacen. Para
contemplar la nieve con su verdadera apariencia y comprender su trabajo
como agente de la naturaleza, hay que verlo en invierno, en la ruda
estacion del frio. Entonces todo lo cubren enormes capas de agua
cristalizada en agujas y en carambanos; la montana, sus estribaciones y
las colinas de su falda no se presentan bajo su forma real. La espesa
masa que las tapa varia su relieve y le da nuevos contornos. En lugar de
aparecer saliente, dentada, con truncadas puntas, desenvuelve la
pendiente del monte con ondulaciones encantadoras, con curvas de dibujo
atrevido, pero sinuoso siempre. Asi como el agua, por la influencia de
la gravedad equilibra su nivel para extenderse en superficie horizontal,
la nieve, obedeciendo a leyes propias, se dispone en capas redondeadas.
El viento, que
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