que me
albergo tanto tiempo es hermosa y serena entre todas por la tranquila
regularidad de sus rasgos. Desde los pastos mas altos se vislumbra la
cumbre elevada, erguida como una piramide de gradas desiguales: placas
de nieve que llenan sus anfractuosidades, le dan un matiz sombrio y casi
negro por el contraste de su blancura, pero el verdor de los cespedes
que cubren a lo lejos todas las cimas secundarias aparece mas suave al
mirar, y los ojos, bajando de la masa enorme de formidable aspecto,
reposan voluptuosamente en las muelles ondulaciones que ofrecen las
dehesas. Tan agraciado es su contorno, tan aterciopelado su aspecto, que
pensamos involuntariamente en lo agradable que seria acariciarlas a la
mano de un gigante. Mas abajo, rapidas pendientes, rebordes de rocas y
estribaciones cubiertas de bosques ocultan en gran parte las laderas de
la montana; pero el conjunto parece tanto mas alto y sublime cuanto que
la mirada abarca solamente una parte, como una estatua cuyo pedestal
estuviera oculto; resplandece en mitad del cielo, en la region de las
nubes, entre la luz pura.
A la belleza de las cimas y rebordes de todas clases, corresponde la de
los huecos, arrugas, valles o desfiladeros. Entre la cumbre de nuestra
montana y la punta mas cercana, la cuesta baja mucho y deja un paso
bastante comodo entre las opuestas vertientes. En esta depresion de la
arista empieza el primer surco del valle serpentino abierto entre ambos
montes. A este surco siguen otros, y otros mas, que rayan la superficie
de las rocas y se unen en quebradas, las cuales convergen a un circulo,
desde donde, por una serie escalonada de desfiladeros y de hoyas, corren
las nieves y bajan las aguas del valle.
Alli, en un suelo pendiente apenas, ya aparecen los prados, los grupos
de arboles domesticos, los caserios. Por todas partes se inclinan las
canadas, ya de gracioso, ya de severo aspecto, hacia el valle principal.
Desaparece este mas alla de un codo lejano, pero si se ha dejado de ver
su fondo se adivina, a lo menos, su forma general, asi como sus
contornos, por las lineas mas o menos paralelas que dibujan los perfiles
de las estribaciones. En su conjunto, puede compararse el valle con sus
innumerables ramificaciones que penetran por todas partes en el espesor
de la montana, a los arboles, cuyos millares de ramas se dividen y
subdividen en delicadas fibrillas. La forma del valle y de su red de
canadas es la mejor base para darse cuenta del verdade
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