ifiesto ese
trabajo destructor: nieves, rocas y aguas bajan de las cimas en aludes,
derrumbamientos y cascadas, encaminandose a la llanura.
CAPITULO XII
#El ventisquero#
Hasta en medio del estio, cuando el soplo de los vientos calidos ha
fundido todas las nieves, enormes montones de hielo, encerrados en los
valles altos, constituyen todavia un invierno local, que el contraste
hace mas raro. Cuando el sol resplandece con todo su brillo, el calor
directo y el que reflejan los hielos hacen padecer bastante al viajero:
en apariencia hace mas calor que en los valles, por la sequedad del
aire, privado continuamente de su humedad por la arida superficie del
ventisquero. En las cercanias se oye cantar a los pajaros entre el
follaje; las flores esmaltan el prado, los frutos maduran en las ramas,
y, sin embargo, al lado de ese mundo alegre, el ventisquero sombrio, con
sus abiertas grietas, sus montones de piedras, su silencio terrible, su
aparente inmovilidad, representa la muerte al lado de la vida.
No obstante, tambien tiene su movimiento la gran masa helada. Con
lentitud; pero con invencible fuerza, trabaja como el viento, las
nieves, las lluvias y las corrientes de agua en la renovacion de la
superficie del planeta. Por donde quiera que han pasado los
ventisqueros, durante alguna de las edades de la tierra, transformo su
accion el aspecto del paisaje. Llevan a la llanura, lo mismo que los
aludes, los escombros de las derrumbadas montanas, sin violencia, con
paciente esfuerzo de todos los instantes.
La obra del ventisquero, tan dificil de apreciar en su secreta
continuidad, aunque vastisima en sus resultados, empieza en la cumbre de
la montana, en la superficie de las capas niveas. Alla arriba, en los
circulos donde en torbellinos se amontonaron las nubes de agujas blancas
fustigadas por la tempestad, la uniforme extension de las nieves no
cambia de aspecto. De ano en ano y de siglo en siglo, sigue siendo
blanca, mate a la sombra de las nubes, deslumbradora a los rayos del
sol. Parece que aquella nieve es eterna, y asi la llaman los habitantes
de las llanuras que la ven brillar, desde abajo, junto al cielo. Creen
que siempre permanece en las altas cimas y que si el viento la levanta
en sus borrascas, la deja luego caer en el mismo sitio.
Nada de eso. Una parte de la nieve se evapora y vuelve a las nubes de
las cuales salio. Otra parte, expuesta a los rayos del sol o a la
influencia del calido viento del me
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