ruinada, la
meseta que se extiende en la base de la montana bastaria para acrecentar
en algunos millares de metros la cumbre superior, si adquiriera
nuevamente su primera posicion en las hiladas de rocas. Una antigua
oracion de los indios dice: "Lamiendo los montes es como ha formado los
campos la roca celestial, es decir, la lluvia del cielo."
Ante nuestros propios ojos continua el trabajo de denudacion de las
rocas con asombrosa actividad. Hay montanas compuestas de materiales
poco coherentes que vemos fundirse y disolverse, digamoslo asi. Abrense
alfoces en las laderas del monte y brechas en medio de la cresta;
surcada por los aludes y por las aguas tempestuosa la gran masa, antes
una y solitaria, se divide poco a poco en dos cimas distintas, que
parecen alejarse una de otra a medida que se ahonda mas el abismo que
las separa.
Especialmente en primavera, cuando el suelo esta empapado en las nieves
fundentes, los desmoronamientos, los montones, las erosiones alcanzan
proporciones tales, que toda la montana parece que se derrumba y
emprenda el camino de la llanura.
Un dia de calor humedo y suave, me habia metido en un alfoz de la
montana para ver otra vez las nieves antes de que se las llevaran las
aguas primaverales. Seguian obstruyendo el fondo de la quebrada, pero
en muchos sitios estaban desconocidas porque las cubrian restos
negruzcos, mezclados con lodo. Las rocas pizarrosas que dominaban el
alfoz parecian convertidas en una especie de pasta y se derrumbaban en
anchas hojas. El negro fondo que se filtraba por las paredes del
desfiladero se hundia con sordo chapoteo en la nieve medio liquida. Por
todas partes veia cataratas de nieve sucia y de restos, y me preguntaba
con cierto espanto instintivo si, hendiendose las rocas como la misma
nieve, se irian a unir por encima del valle en una sola masa viscosa,
derramandose a lo lejos por el campo. El torrente, que columbraba yo en
algunos sitios, por los pozos en cuyos fondos se habian abismado las
capas superiores de la nieve, perecia transformado en un rio de tinta
por los despojos que cubrian sus aguas; era aquello una enorme masa de
fango en movimiento. En lugar del sonido claro y alegre que soliamos
oir, el torrente lanzaba continuo mujido, el de los escombros que
chocaban unos con otros y rodaban por su lecho. En la primavera, en la
epoca anual de la renovacion terrestre, es cuando ve uno como se
verifica esa prodigiosa labor destructora.
Ademas, inmenso
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