sitado
en la fisura por donde corria, y que luego ha cambiado de curso. Todos
esos filones sinuosos que atraviesan las rocas como arterias de cristal,
deben su origen a modestas corrientes de agua. Es cierto que en la
mayor parte de los casos, el agua sale de las profundidades del suelo,
no en forma de liquido, sino en forma de vapor y a elevada temperatura,
porque de otro modo no podria disolver los materiales que tapizan las
paredes de sus antiguos lechos. Asi los minerales de oro y plata han
sido arrancados de las entradas de la roca por los vapores de un Pactolo
subterraneo.
Fuertes por el enorme poder que les da el tiempo, los manantiales que
disuelven las piedras y oxidan los metales, consiguen tambien alguna vez
hacer temblar los montes. En una hermosa tarde de otono, un temblor de
tierra se dejo sentir en la pequena cuenca del arroyo; las casas se
balancearon con gran terror de sus habitantes, y algunas paredes ya
agrietadas se derrumbaron con estrepito. El temblor de tierra no tuvo
otras funestas consecuencias, pero fue el tema que durante algun tiempo
preocupo a los sabios e ignorantes de los pueblos y aldeas. Unos
hablaban de un mar de fuego que llenaria la tierra, y que una tempestad
habia agitado sus olas; otros pretendian que un volcan intentaba surgir
en las inmediaciones, y que dentro de poco tiempo, el crater se abriria;
habia quien no sabiendo nada de fuego central, ni habiendo jamas visto
crateres ni corrientes de lava, pensaba en un grupo de fuentes salinas y
yesosas que nacian en un vallecillo al pie de una ladera pedregosa; al
notar que despues del temblor sus aguas se habian enturbiado y
arrastraban lodo, y que algunas de ellas habian cambiado de orificio de
salida, se preguntaban si no serian ellas la verdadera y unica causa.
Tal vez, los aldeanos tenian razon. Es verdad que ni en un segundo,
estas fuentes arrastraban una pequena cantidad de sulfato de cal y otras
substancias solidas; pero en el transcurso de anos y siglos, los hilos
de agua subterraneos han ido destruyendo la base de los montes.
Debilitados los colosales cimientos del gigantesco edificio, ceden al
peso, las bovedas se hunden, el monte se estremece, y la tierra se agita
algunos cientos de kilometros alrededor, como si una terrible explosion
hubiera dislocado sus capas. El gigante Encelado que ha hecho temblar
asi los montes, las colinas y los llanos, es el tranquilo manantial que
puede ocultar una mata de hierba.
Afortunadame
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