ineros hay que no tienen temor en llevar sus
trabajos de zapa hasta debajo del mar, desde donde no cesan de oir al
terrible oceano arrastrar constantemente los guijarros de granito por
encima de la boveda que los protege; durante los dias de tempestad, solo
a algunos metros de donde ellos trabajan van a estrellarse los navios
contra las rocas.
CAPITULO VI
#El barranco#
Descendiendo por el curso del arroyo, en el que vienen a unirse el
ruidoso torrente de la montana, el arroyuelo nacido en la caverna y el
agua apacible del manantial, vemos a derecha e izquierda sucederse los
valles, diferentes unos de otros por la naturaleza de sus terrenos, su
pendiente, el aspecto que presentan y la vegetacion, distinguiendose
ademas por el caudal de aguas que aportan al cauce general del valle.
Casi enfrente de un torrente pequeno y murmurador, que salta alegremente
de piedra en piedra para sumarse a la bastante considerable cantidad de
agua del arroyo, se abre un barranco de rapida pendiente y seco con
frecuencia. Es probable que este barranco, formado por la depresion en
un suelo poroso, este sobre el cauce subterraneo de un arroyo
permanente; este barranco solo se ve banado por la corriente de agua
despues de chubascos tempestuosos o de grandes lluvias. Como todos los
pequenos valles laterales, el barranco es tributario del cauce central,
pero tributario intermitente. Sin embargo, es curiosisimo el visitarlo,
porque paseandose sobre su seco cauce, se puede estudiar detenidamente
la accion del curso de las aguas.
Un pequeno sendero que los surcos del labrador destruye cada otono, y
que el transito de los caminantes marca de nuevo muy pronto, serpentea
sobre la ribera del barranco. Es verdad que las ramas de espino,
plantadas por el campesino avariento, prohiben el paso; pero el humilde
obstaculo, simulacro del temible dios Termino, no tiene nada de
terrorifico para los agricultores vecinos, y el camino, practicado tal
vez por los hombres desde la edad de piedra, no cesa de reformarse de
ano en ano. Seria, pues, facil remontar el barranco en su largo curso
sin tener necesidad de servirse de las manos para salvar los
accidentados obstaculos de su cauce, pero quien ama la naturaleza y la
quiere gozar de cerca, abandona el pequeno sendero y se lanza con
entusiasmo por el estrecho espacio abierto entre sus bordes. Desde los
primeros pasos se halla como separado del mundo. Por detras, una curva
de la desembocadura le oc
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