or que, y no
gusta de que le pregunten sobre ello; pero en muchos sitios existen
encinas respetadas, rodeadas de vallas por los indigenas, para
protegerlas contra los animales y los viajeros errantes. En Bretana,
cuando un hombre estaba en peligro de muerte y no se hallaba cerca
ningun sacerdote, podia confesarse al pie de un arbol: las ramas le
oian, y su rumor llevaba al cielo la ultima oracion del moribundo.
De todos modos, aunque quede algun tronco respetado en memoria del
tiempo viejo, no inspira ya el bosque aquel terror sagrado. Ahora los
lenadores no se andan con tantos miramientos como sus antepasados,
especialmente cuando no derriban bosques que sirven de valladar a los
aludes. Basta con que puedan explotarlos utilmente, es decir, ganando
con la venta de la madera mas de lo que les cuesta la corta y el
transporte. Numerosas selvas conservan su pristina virginidad por lo
dificil que es al explotador llegar hasta ellas y sacar los arboles
cortados. Pero cuando el camino es comodo, cuando la montana ofrece
buenos resbaladeros, por los cuales se puede hacer bajar con un solo
impulso los troncos pelados, cuando al pie de la pendiente el torrente
del valle tiene bastante fuerza para arrastrar los arboles en balsas
hasta la llanura o para dar movimiento a poderosas sierras mecanicas, en
gran peligro estan los bosques de caer a manos de los lenadores. Si son
explotados con inteligencia, si se regulan cuidadosamente las talas, de
modo que siempre quede en pie bastante arbol para los anos sucesivos, y
se desarrolle en el suelo forestal la mayor fuerza posible de
produccion, puede congratularse la humanidad de las nuevas riquezas que
se le procuran. Pero cuando se corta y destruye de una vez todo el
bosque, como en un acceso de frenesi, dan intenciones de maldecir a
quien tal dispuso.
La belleza de los bosques que aun quedan en las pendientes de la montana
hace que echemos de menos, con mayor pena, los que nos han robado
violentos especuladores. Abajo, junto a la llanura, han sido respetados
los bosques de castanos, gracias a las hojas, recogidas por los aldeanos
para la cuadra, y a los frutos que estos mismos comen en las noches de
invierno. Pocas selvas, ni aun en las regiones tropicales, donde
alternan los grupos de arboles de mas diferentes especies, presentan mas
pintoresca variedad que los bosques de castanos. Las pendientes de
cesped extendidas al pie de los arboles estan bastante libres de malezas
para que la
|