estacion, cambia tambien bruscamente de pelo.
Aun mejor protegida, la marmota pasa el invierno en la profunda
madriguera, en donde la temperatura es igual siempre, a pesar de las
espesas capas de nieve que cubren el suelo, y durante meses enteros
suspende el curso de su vida hasta que el perfume de las flores y los
rayos primaverales la despiertan de su sueno letargico.
Finalmente, uno de esos roedorcillos activos y despiertos siempre que se
encuentran en todas partes, se ha decidido llegar a la cumbre de la
montana, abriendo tuneles y galerias por debajo de la nieve: es el
campanol. Cubierto con tan helada capa, busca por el suelo su escaso
alimento, y lo encuentra, lo cual es maravilloso.
Tal es la fecundidad de la tierra, que produce para la incesante batalla
de la vida poblaciones de devoradores y de victimas que combaten en la
obscuridad a mas de mil metros sobre el limite de las nieves perpetuas.
Esa terrible lucha por la existencia, cuyo odioso espectaculo me habia
echado de las llanuras, se encuentra tambien arriba, en las capas de
tierra helada.
Muchas veces se cierne el ave de rapina en regiones aun mas altas, pero
es para viajar de una a otra pendiente de la montana o para vigilar la
extension en lontananza y descubrir una presa. Mariposas y libelulas,
arrebatadas por la alegria de revolotear al sol, se elevan a veces hasta
la zona mas alta de la montana, y sin prever el frio de la noche siguen
subiendo hacia la luz; con mucha frecuencia vense arrastrados los pobres
animalillos, asi como moscas y otros insectos, hacia las cumbres
superiores por vientos de tormenta, y sus despojos alfombran, mezclados
con el polvo, la superficie de la nieve. Pero ademas de esos forasteros
que voluntariamente o por fuerza visitan las regiones del silencio y de
la muerte, existen indigenas que se encuentran alli realmente en su
casa, sin que les parezca demasiado frio el aire o demasiado helado el
suelo. Extiendese a su alrededor la callada inmensidad de las nieves,
paro hay puntas de rocas que, de trecho en trecho, son para ellos los
oasis en medio del desierto, y sin duda alli, en medio de los liquenes,
encuentran el alimento necesario a su subsistencia. De todos modos,
milagroso es que lo hallen, y los naturalistas se asombran al
comprobarlo.
Aranas, insectos o aradores de las nieves, todos estos animalejos deben
de conocer el hambre, y quizas los diversos fenomenos de su vida se
verifiquen con extraordinaria lenti
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