aspecto, el clima y
la vegetacion, pero tienen un fenomeno comun, y es que al subirlas
parece que se dirige uno a los polos de la tierra: si se trepa cien
pasos mas arriba parece verse transportado el viajero a cincuenta
kilometros mas lejos del Ecuador. Hay cima que se ve erguirse encima de
la cabeza del espectador y cuya flora se asemeja a la de Escandinavia;
pasada esta punta para elevarse mas arriba, se entra en Laponia y a una
altura mayor se encuentra la vegetacion del Spitzberg. Cada montana es,
por sus plantas, como un resumen de todo el espacio que se extiende
desde su base hasta las regiones polares, a traves de los continentes y
los mares. En sus relatos dan a veces los botanicos testimonio del
jubilo, de la emocion que sienten cuando, despues de haber escalado
rocas vivas, de haber recorrido las nieves, de haber andado a lo largo
de abiertas grietas, llegan a un espacio libre, a un jardin, cuyas
floridas plantas les recuerdan algunas tierras queridas del Norte
lejano, quiza de su patria, situada a millares de kilometros de
distancia. Realizose para ellos el prodigio de las Mil y una noches: con
solo algunas horas de caminata, hetelos transportados a otra naturaleza,
a un nuevo clima.
Todos los anos, algunos desordenes violentos, pero temporales,
trastornan esta regularidad del escalonamiento de la flora. Paseandose
por recientes derrumbaderos o junto a los montones de tierra traidos
desde lo alto de las montanas por las aguas torrenciales, el botanico
observa frecuentes perturbaciones en la distribucion de las tribus
vegetales. Esos fenomenos le interesan, porque, a fuerza de estudiar las
plantas, se acaba por simpatizar con ellos. Este espectaculo que le hace
palpitar el corazon reconoce por causa la forzada expatriacion de
hierbas y musgos violentamente arrastrados a un clima para el cual no
nacieron. Al caer o al resbalar desde las fragosidades superiores, las
rocas se han llevado flores, simientes, raices, tallos enteros.
Semejantes a los fragmentos de un planeta lejano que hicieran
desembarcar en la tierra a habitantes de otros mundos, esas rocas caidas
de la cumbre tambien sirven de vehiculo a colonias de plantas.
Asombradas las pobrecillas de respirar otra atmosfera, de encontrarse en
otras condiciones de frio y de calor, de sequedad y de humedad, de
sombra y de luz, procuran aclimatarse en su nueva patria. Algunas de
ellas consiguen sostenerse contra la muchedumbre de plantas indigenas
que los rod
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