ea, pero la mayor parte, por mas que se agrupan y se
aprietan unas contra otras como refugiadas a quienes odia todo el mundo
(y que se quieren mas unas a otras por lo mismo), vense condenadas a
perecer en breve plazo. Asaltadas por todas partes por los antiguos
propietarios del terreno, acaban por abandonar el sitio que el
derrumbamiento de su roca madre le habia hecho conquistar violentamente.
El botanico, que las estudia en su nuevo ambiente, las ve perecer poco a
poco. Despues de algunos anos de residencia, ya no se componen las
colonias mas que de un corto numero de individuos enfermizos, que acaban
por ser ahogados tambien. Asi es, como, en nuestra humanidad, van
muriendo sucesivamente colonos extranjeros, en medio de un pueblo que
los odia y un clima que les es contrario.
A pesar de las irregularidades temporales, el escalonamiento de la flora
en las laderas de las montanas conserva, pues, el caracter de una ley
constante.
?De donde procede este extrano reparto de plantas por la superficie del
globo? ?Por que especies originarias de las mas lejanas comarcas se han
juntado formando colonias en las altas fragosidades de los montes?
Indudablemente las semillas de algunas de ellas habran podido ser
transportadas por las aves y por los vientos tempestuosos, pero la mayor
parte tienen simientes que no sirven para alimento de aves y pesan
demasiado para adherirse a las plumas de sus patas. Entre las plantas
de regiones frias que colonizan la montana, hay familias enteras que
nacen de cebollas, y seguramente ni el viento ni las aves han podido
llevarlas atravesando continentes y mares.
Es necesario por consiguiente que las plantas se hayan propagado de
trecho en trecho, por invasiones graduales, como acontece en nuestros
campos y praderas. Las colonias que hoy se ven en los altos jardines
rodeados de nieve, han subido lentamente desde la llanura, mientras
otras plantas de la misma especie, andando en sentido contrario, se
dirigian hacia las regiones polares, en las cuales habitan en la
actualidad. Sin duda era entonces el clima de nuestros campos tan frio
como lo es hoy el de las grandes cimas y la zona boreal; pero poco a
poco se hizo mas benigna la temperatura: las plantas a quienes agrada el
aspero aliento del invierno tuvieron que huir, unas hacia el Norte,
otras hacia las pendientes de los montes. De las dos fajas fugitivas,
separadas por una zona siempre creciente, ocupada por especies enemigas,
la que se reti
|