raba hacia la montana veia disminuir el espacio ante ella,
en proporcion a la suavidad del clima: ocupo primero las estribaciones
de la falda, despues las pendientes medias, despues las altas cimas, y
ahora tienen algunas como refugio ultimo las crestas supremas de la
montana. Si el clima vuelve a enfriarse a consecuencia de algun cambio
cosmico, emprenderan de nuevo las plantas su viaje hacia la llanura:
victoriosas otra vez, arrojaran a otra parte a las especies que
necesitan mas suave temperatura. Segun las alternativas de los climas y
sus ciclos inmensos, los ejercitos de plantas adelantan o retroceden por
la superficie del globo, dejando detras grupos de rezagados que nos
revelan cual fue en otro tiempo la marcha del cuerpo principal.
Los mismos fenomenos ocurren en las tribus de los hombres que en la de
los animales y plantas. Durante las oscilaciones del clima, pueblos de
diferentes razas que no podian adaptarse a tan variable medio, se
dirigian lentamente hacia el Norte o el Sur, ahuyentados por el exceso
del calor o del frio. Desgraciadamente, la historia, que aun no habia
nacido, no ha podido contarnos todo el ir y venir de aquellos pueblos, y
por otra parte, en sus mayores emigraciones, obedecen siempre los
hombres a un conjunto de pasiones multiples que no saben analizar.
Muchas tribus han andado asi y han cambiado de morada, sin darse cuenta
de lo que las impulsaba hacia adelante. En seguida contaban en sus
tradiciones que las habia guiado una estrella o una columna de fuego, o
que habian seguido el vuelo de un aguila o que habian ido colocando sus
pies en las huellas del casco de un bisonte.
Si la historia enmudece o dice pocas palabras sobre las marchas y
contramarchas que los cambios de climas han impuesto a los pueblos,
basta en cambio con mirar, para ver como responde la diferencia de los
hombres en las laderas opuestas de casi todas las montanas, a la
diversidad de temperatura y de medio ambiente. Cuando a cada lado del
monte es poco sensible el contraste de los climas, ya porque la
direccion de toda la hilera de alturas es de Norte a Sur, ya porque
vientos del mismo origen y cargados de igual cantidad de humedad rieguen
ambas vertientes, pueden entonces los hombres de una misma raza
distribuirse libremente en una y otra parte, entregarse a los mismos
cultivos, a iguales industrias, practicar analogas costumbres. La
muralla que se yergue entre ellos, interrumpida quiza por varias
brechas, no es un
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