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mi, Clara estaria como enterrada en vida, entre cuatro paredes. No se
como ha podido entenderse con D. Carlos. Gracias a que el es muy listo y
capaz de todo. Clara ha estado con el, no dire que en relaciones, sino
casi en relaciones. Ello es que Clara le amaba. Luego ha tenido
remordimientos de amar a un hombre a escondidas de su madre, y sobre
todo cuando su madre la destina para otro. Asi es que ahora rechaza al
pobre D. Carlos, y el infeliz zagal Mirtilo se muere de pena.
El Comendador oia con interes a su sobrina, y no ponia en la
conversacion ni una exclamacion siquiera. Parecia que se habia quedado
mudo o que no sabia que decir.
--Clara --prosiguio Lucia,-- ahora que cree pecado amar a D. Carlos, y
que no halla posible oponerse a la voluntad de su madre, piensa a veces
en ser monja; pero ni este deseo se atreve a confiar a su madre.
Considera ella, en primer lugar, que no es buena su vocacion; que quiere
tomar el velo por despecho y como desesperada; y, por otra parte, cree
que decir a su madre que quiere ser monja es un acto de rebeldia, es
oponerse a su voluntad de casarla con D. Casimiro. ?Que piensa V. de la
situacion de mi desgraciada amiga?
Interrogado tan directamente el Comendador, tuvo al cabo que romper el
silencio; pero respondio con laconismo:
--Mala es, en verdad, la situacion; pero, ?quien sabe? Todo tiene
remedio menos la muerte. Entre tanto --anadio D. Fadrique, hablando con
lentitud y bajo, dejando caer las palabras una a una, como si le
costasen grandes esfuerzos, y como si en vez de responder a su sobrina
hablase consigo mismo y a si propio se respondiese;-- entre tanto, Dona
Blanca es discreta, es piadosa y es buena madre. Razones de mucho peso
tiene... sin duda... para querer casar a su hija con D. Casimiro. En
fin, muchacha, sigue siendo buena amiga de Clara; pero no caviles ni
formes juicios acerca de la conducta de Dona Blanca. Voy, ademas, a
hacerte otra suplica.
--Mande V., tio.
--Es algo dificil lo que exijo de ti.
--?Por que?
--Porque te gusta hablar, y lo que exijo es que calles.
--?Y que he de callar? Ya vera V. como me callo. Yo no quiero que V. se
disguste y forme mal concepto de mi.
--Pues bien; calla que me has puesto al corriente de los amores de D.
Carlos y Dona Clara, y calla tambien cuanto sabes acerca de estos
amores.
--iTio, por amor de Dios! No me crea V. tan amiga de contarlo todo. El
picaro idilio tiene la culpa. Sin el idilio, ni a V. le hubi
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