a comprension del mal,
disfrutan del privilegio de no tener ningun pecado en la conciencia.
Cristianos desde la cuna, a la fuerza tienen que ir derechos al cielo.
Por lo mismo, prosternase la multitud ante locos y alucinados en los
paises musulmanes, y se considera muy glorificado aquel a quien ensucian
con su saliva o sus excrementos, puesto que, bajo humana forma, viven
fuera de la humanidad; sin duda estan sumidos en divino sueno.
Por otra parte, algunos de estos desdichados son verdaderamente buenos y
gustan de hacer bien, en el limite de sus fuerzas. Habia yo bajado un
dia al valle para subir por la otra pendiente a los pastos de una
meseta, en cuyo centro habia divisado las aguas de una laguna. Habia
dejado detras de mi, sin detenerme en ella, una chocilla humeda rodeada
por algunos alisos, y seguia con decidido paso un sendero indicado
vagamente por pasos de animales a la orilla de una corriente rapida.
Hallabame ya a mas de un tiro de piedra de la choza, cuando oi detras de
mi precipitado y pesado paso; al mismo tiempo, un resuello gutural, casi
un estertor, salia de aquel ser que me perseguia y me daba alcance.
Volvime y vi una pobre _cretina_, cuya papera, bazuqueada por la
carrera, oscilaba pesadamente de uno a otro hombro. Gran trabajo me
costo reprimir una expresion de horror viendo a aquella masa humana
acercarse a mi, teniendose alternativamente en una y otra pierna. El
monstruo me hizo sena de que esperara, y despues se paro delante de mi,
contemplandome fijamente los estupidos ojos y dandome con el resuello en
la cara. Senalo con gesto negativo el desfiladero en el cual iba yo a
entrar y junto las manos para indicarme que cortaban el paso penascos
verticales. "iAlli, alli!", dijo, designando un sendero mejor trazado
que se encarama dando vueltas en una pendiente y llega a una meseta para
rodear el infranqueable desfiladero del fondo. Cuando me vio seguir su
cuerdo consejo y empezar a subir la cuesta, lanzo dos o tres grunidos de
satisfaccion, me acompano con la mirada durante algun tiempo y despues
se marcho tranquilamente, contenta por haber hecho una buena obra.
Confieso que estaba yo menos contento y hasta profundamente humillado.
Un ser maltratado por la naturaleza, horrible, una especie de cosa sin
forma y sin nombre, no habia parado hasta sacarme de un lance apurado, y
yo, hombre lleno de altivez, dotado de cierta razon por la naturaleza, y
llegado por ella al sentimiento de la responsabilidad mor
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