co gigantesco, y,
ademas, medio la cerraba un gran muro. La gruta era inexpugnable, a no
ser por sorpresa. Los enemigos tenian que conformarse con vigilarla de
lejos, pero cuando no oian salir de ella ningun rumor, cuando se
arriesgaban a encaramarse hasta alli para contar los cadaveres,
encontraban las galerias subterraneas completamente vacias. Los
habitantes se habian escurrido de caverna en caverna hasta otra salida
secreta oculta entre malezas. Habia que empezar de nuevo la caza, que a
veces se terminaba por desdicha, capturando a las victimas. El hombre es
una presa para el hombre.
En ciertos sitios en que la montana no presenta cavidades propicias, una
roca aislada en el valle, una roca de planos perpendiculares era la que
servia para fortaleza. Cortada verticalmente por los tres lados que
rodea el torrente en su base, solo era accesible por una sola vertiente,
y por aquella parte, el grupo de montaneses que queria hacer de ella
atalaya y castillo, no tenia mas que proseguir el trabajo emprendido por
la naturaleza. Escarpaba la roca, la hacia intransitable al paso humano
y dejaba una sola entrada subterranea perforada a pico en el espesor de
la pena. Metidos en su guarida, los habitantes de la fortaleza obstruian
la abertura con un penasco, y ya no les podia visitar mas que algun ave.
La arquitectura no hacia gran falta aquella ciudadela, y sin embargo,
alguna vez, por una especie de coqueteria, el montanes adornaba la
arista del precipicio con un muro almenado, que permitia a sus hijos
jugar sin riesgo en toda la extension de la meseta, y desde cuyas
alturas podia espiar a gusto cuanto se divisara en las cercanas
pendientes. En muchas comarcas montanesas de Oriente, cuyos valles estan
poblados de razas enemigas unas de otras, y en las cuales el homicidio
se considera por consiguiente como leve culpa, hay muchas rocas
fortalezas habitadas aun. Cuando llega un huesped al pie de la escarpa,
anuncia su presencia a gritos. Poco despues baja una cesta de una trampa
abierta en la roca: se instala alli el viajero, y los brazos de sus
amigos de arriba izan lentamente la pesada cesta, que da vueltas por el
aire.
Si las rocas abruptas de los altos valles sirvieron para defender a las
poblaciones pacificas contra toda invasion, en cambio los montecillos
del llano sirvieron muchas veces de atalaya y lugar de rapina a algun
rapaz baron.
Muchos, pueblos aun en nuestro pais, demuestran con su arquitectura que
no hace tod
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