nantiales vienen a
aumentar el caudal uniendose a la principal corriente, y muy pronto la
masa liquida es bastante abundante para poder correr por la superficie:
cuando en su curso llega a una roca inclinada, se extiende ampliamente
en un vasto lienzo, que se puede ver desde el llano a algunos kilometros
de distancia. Esa agua que cae resbalando por la piedra, y que el sol
hace brillar, aparece a lo lejos como una placa de pulido metal.
Descendiendo sin cesar y creciendo constantemente, el arroyo se vuelve
estrepitoso; cerca del nacimiento apenas si su arrullo era perceptible;
en ciertos puntos, para oir el susurro de las aguas es preciso prestar
mucha atencion, escuchando de un modo indefinido el pequeno
estremecimiento de la hierba y el choque insensible contra las pequenas
piedras; pero he aqui que el pequeno arroyo habla con voz clara, luego
se hace ruidoso, y cuando corre por rapidas pendientes o se arroja en
cascadas, su ruido lo repercuten los ecos del bosque y las concavidades
del monte. Mas abajo todavia, sus saltos producen el ruido del trueno, y
hasta en los parajes de su curso donde el cauce es casi horizontal, el
arroyo muge y produce sordos murmullos al rozar en las orillas y
arrastrarse sobre el fondo sinuoso. Al principio solo arrastra pequenos
granos de arena; luego, mas fuerte ya, mueve los pequenos guijarros; y
ahora arrastra en su marcha piedras enormes que chocan unas con otras
produciendo sordos ruidos; mina en su base las paredes de la roca que le
aprisionan, y hace caer masas de tierra y piedra, rompiendo las raices
de los arboles que le prestan su sombra.
Asi, la pequena hebra liquida, apenas perceptible, se ha cambiado en
arroyuelo, y mas tarde en verdadero torrente. Con los nuevos barrancos
tributarios aumenta el caudal de sus aguas, e impetuoso y alborotador,
sale al fin de los desfiladeros del monte para correr mas lentamente por
el ancho valle dominado solo por las redondeadas colinas. El intrepido
explorador que ha seguido su curso desde su nacimiento hasta la
superficie menos accidentada del valle, ha visto, durante su largo
descenso, en muchas partes peligroso, las mas bruscas desigualdades del
terreno, con sus inesperadas diferencias de inclinacion: a los rellanos
en donde el agua parece estancada, suceden repentinamente los
precipicios perpendiculares donde el arroyo se arroja furioso; abismos,
declives mas o menos rapidos, superficies horizontales, aparecen sin
orden aparente a pri
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