rial de la humanidad. Sustituyamos con
pruebas metodicas el rudo combate de la existencia con el cual tenemos
que comprar hoy la fuerza de animo. Antes, cuando la vida era una
incesante batalla del hombre contra el hombre y contra la fiera, al
adolescente se le miraba como a un nino, mientras no llevara algun
trofeo sangriento a la choza paterna. Tenia que probar la fuerza de su
brazo, la solidez de su valor antes de atreverse a tomar la palabra en
el consejo de los guerreros. En los paises donde el peligro, mas que en
combatir al enemigo, consistia en tener que sufrir hambre, frio,
intemperie, el candidato al titulo de hombre era abandonado en el
bosque sin alimento, sin vestidos, expuesto al cierzo y a las picaduras
de los insectos: tenia que permanecer alli, inmovil, altivo y placido el
rostro, y despues de varios dias de espera habia de tener aun bastantes
fuerzas para dejarse atormentar sin quejarse y asistir a una abundante
comida sin adelantar la mano para coger su parte. Hoy no se imponen ya a
nuestros jovenes tan barbaras pruebas, pero hay que saber hacer elevadas
y firmes las almas de los ninos, no solo contra las desgracias posibles,
sino tambien, y mas aun, contra las facilidades de la vida, si queremos
evitar la decadencia y el embrutecimiento. Trabajemos para hacer dichosa
a la humanidad, pero ensenemosle al mismo tiempo a triunfar de su propia
dicha con la virtud.
En esta capital, labor de la educacion de los hijos, y por consiguiente,
de la humanidad futura, la montana tiene que representar un papel
importante. La verdadera escuela debe ser la naturaleza libre con sus
hermosos paisajes para contemplarlos, con sus leyes para estudiarlas,
pero tambien con sus obstaculos, para vencerlos. No se educan hombres
animosos y puros en salas estrechas con ventanas enrejadas. Deseles, al
contrario, la alegria de banarse en los lagos y en los torrentes de la
montana, hagaseles pasear por los ventisqueros y los campos de nieve,
lleveselos a escalar las elevadas cumbres. No solo aprenderan facilmente
lo que no les podria ensenar ningun libro, no solo recordaran todo lo
que hayan aprendido en aquellos dias felices en que la voz del profesor
se confundia para ellos en una misma impresion, con la vista de paisajes
encantadores, sino que tambien se habran encontrado frente al peligro y
lo habran arrostrado alegremente. El estudio sera un placer para ellos y
su caracter se formara en la alegria. No puede dudarse de que esta
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