los monjes de San Dionisio. Sucedieron sacerdotes a sacerdotes,
y el respeto supersticioso de los modernos a la adoracion de los
antiguos, pero quiza la cumbre mas alta, permanece aun hoy virgen de
huella humana. La suave luz que resplandece en sus rocas y en sus nieves
no ha iluminado aun a nadie desde que se fueron los dioses griegos.
Hace pocos anos, todavia habria sido dificil al europeo llegar hasta el
vertice de la montana, porque los kleptos helenos, de infalible
punteria, ocupaban todos los desfiladeros: alli se habian fortificado
como en una ciudadela enorme, y desde alli, renovando la lucha de los
dioses contra los titanes, emprendian expediciones contra los turcos del
monte Orsa. Orgullosos de su valor, creianse invencibles como la montana
que los albergaba: personificaban el propio Olimpo. "Soy (decia uno de
sus cantos), soy el Olimpo, ilustre en todas las epocas y celebre en
todas las naciones: cuarenta y dos picos coronan mi cabeza y setenta y
dos fuentes corren por mis hondonadas, y en mi cima mas alta se posa un
aguila que lleva en sus garras la cabeza de un heroe denodado." Aquella
aguila era sin duda la del antiguo Zeus: todavia se alimenta hoy con la
carne del hombre muerto por su semejante.
La imaginacion popular corre libremente cuando se trata de los dioses
que ha creado. Durante el curso de los siglos, varia sus nombres, sus
atributos y su poder, segun las alternativas de la historia, los cambios
del lenguaje, las variantes individuales o nacionales de la tradicion;
al fin y al cabo les da muerte como les dio vida, y los sustituye con
nuevas divinidades. Poco le cuesta, por lo tanto, hacerlos viajar de
monte en monte. Asi es que cada cima tenia su dios y hasta su pleyade de
reses celestiales. Zeus vivia en el monte Ida, asi como en el Olimpo de
Grecia, en los de Creta y Chipre y en las rocas de Egina. Apolo tenia su
morada en el Parnaso y en el Helicon, en el Cileno y en el Taigeto, en
todos los montes diseminados que se elevan fuera del mar Egeo. Las cimas
que iban a dorar los rayos de la aurora, cuando las llanuras inferiores
estaban todavia a obscuras, tenian que estar consagradas al dios del
sol. Asi, casi todas las cuspides aisladas de la Helada llevan hoy el
nombre de Elias. El profeta judio ha llegado a ser, en virtud de su
nombre y por un sagrado juego de palabras, el heredero de Helios, hijo
de Jupiter.
"Ved ese trono, centro de la tierra", dice Esquilo, hablando de Delfos.
En muchos
|