ara, y sacaba un truculento chafarote que llevaba al cinto.
Tres o cuatro veces descargaba cuchilladas con una violencia increible.
Las mujeres se tapaban los ojos y daban espantosos chillidos, creyendo
ya segada la garganta del muchacho que prefiguraba a Cristo; pero el tio
Gorico paraba el golpe antes de herir, como no atreviendose a consumar
el sacrificio. Al fin aparecia un angel, con alas de papel dorado, en el
balcon de las Casas Consistoriales, y cantaba el romance que empieza:
"Detente, detente, Abraham;
No mates a tu hijo Isaac,
Que ya esta mi Dios contento
Con tu buena voluntad."
El sacrificio del cordero en vez del hijo, con lo demas del paso, lo
ejecutaba el tio Gorico con no menor maestria.
En mas de una ocasion trataron de ganarle, ofreciendole mucho dinero
para que fuese a hacer de Abraham a otras poblaciones; pero el no quiso
jamas ser infiel a su patria y privarla de aquella gloria.
Don Jose, el P. Jacinto, el tio Gorico y los demas amigos, muy contentos
de haber abrazado a D. Fadrique, contentisimo tambien de verse entre los
companeros de su infancia, emprendieron a caballo el viaje a
Villabermeja, que, con madrugar y picar mucho, pudo hacerse en diez
horas, llegando todos al lugar al anochecer de un hermoso dia de
primavera, en el ano de 1794.
Dona Antonia, mujer de D. Jose, y sus dos hijos, D. Francisco, de edad
de catorce anos, y dona Lucia, que tenia ya diez y ocho, acompanados de
la chacha Ramoncica, recibieron con jubilo, con abrazos y otras mil
muestras de carino al Comendador, quien ya tenia por suya la casa
solariega. D. Jose y su familia se habian establecido en la ciudad, y
solo por dos dias habian venido al pueblo para recibir al querido
pariente.
Este, como era de suyo muy modesto, se maravillo y complacio en ver que
alcanzaba en Villabermeja mas popularidad de lo que creia. Vinieron a
verle todos los frailes, desde los mas encopetados hasta los legos, el
medico, el boticario, el maestro de escuela, el alcalde, el escribano y
mucha gente menuda.
Al dia siguiente de la llegada la chacha Ramoncica quiso lucirse, y se
lucio, dando un magnifico _pipiripao_. D. Fadrique, cuando oyo esta
palabra, tuvo que preguntar que significaba, y le dijeron que algo a
modo de festin. En cambio, se cuentan aun en Villabermeja los grandes
apuros en que estuvo aquella noche la chacha Ramoncica cuando volvio a
su casa, cavilando que seria lo que su sobrino le habi
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