, aqui me encontre en un
grotesco, asqueroso y lascivo sainete. Por alla sangre; por aca
inmundicia.
No por eso apostate de mi optimismo ni eche a un lado mi doctrina de
indefinido progreso. Lo que hice fue reconocer mi error en calculos de
cronologia, para los cuales no habia contado yo con la feroz y
desgrenada revolucion de Francia.
En vista de esta revolucion, el bien relativo, el estado de libertad y
de adelantamiento para las sociedades, que yo fantaseaba como inmediato,
se hundio hacia adentro, en los abismos del porvenir, lo menos dos o
tres siglos.
Como para entonces no vivire yo, y como en el estado presente del mundo
estoy ya harto de la vida practica, he resuelto refugiarme en la
contemplacion; y a fin de gozar del espectaculo de las cosas humanas,
mezclandome en ellas lo menos posible, voy a tomar asiento, como
espectador desapasionado, en la propia Villabermeja.
Mi hermano, que tiene ya una hija casadera, a quien naturalmente desea
que salte un buen novio, se va a vivir a la vecina ciudad, donde ya
tiene casa tomada, y a mi me deja a mis anchas y solo en la casa
solariega de los Mendoza, donde le dare albergue siempre que venga al
lugar para sus negocios.
Yo me atengo al refran que dice _o corte o cortijo_; y ya que me fugo de
Paris y de Madrid, no quiero ciudad de provincia, sino aldea.
En la gran casa de los Mendoza bermejinos voy a estar como garbanzo en
olla; pero se llenaran algunos cuartos con la multitud de libros que voy
a llevar.
Vamos a tener una vida envidiable; y digo _vamos_, porque supongo y
espero que V. me hara compania a menudo.
Mi determinacion es irrevocable, y me voy ahi, para no salir de ahi,
salvo cuando vaya como de paseo a caballo, a visitar a mi hermano y a su
familia, en la ciudad cercana, la cual, a pesar de su pomposo titulo de
ciudad, tiene tambien mucho de pueblo pequeno y rural, con perdon y en
paz sea dicho.
Adios, beatisimo padre. Encomiendeme V. a Dios, con cuyo favor cuento
para escapar de esta confusion ridicula de la corte, y poder pronto
darle, en esa encantadora Villabermeja, un apretado abrazo.
VI
Veinte dias despues de recibida esta carta por el P. Jacinto, se realizo
la entrada solemne en Villabermeja del ilustre Comendador Mendoza.
Desde Madrid a la capital de la provincia, que entonces se llamaba
reino, nuestro heroe vino en coche de colleras y empleo nueve dias. En
la capital de la provincia se encontro con su hermano D. Jose, c
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