nidad iba adelantando siempre por un camino de perfectibilidad
indefinida; su ascension hacia la luz, el bien, la verdad y la belleza,
no tenia pausa ni termino. En esto, el humano linaje, en su conjunto,
seguia un impulso necesario. Toda la gloria del exito era para el Ser
Supremo, que habia dado aquel impulso; pero, dentro del providencial
movimiento que de el nacia, en toda accion, en toda idea, en todo
proposito, cada individuo era libre y responsable. El maravilloso
trabajo de la Providencia, el misterio mas bello de su sabiduria
infinita, consistia en concertar con atinada armonia todos aquellos
resultados de la libertad humana a fin de que concurriesen al
cumplimiento de la ley eterna del progreso, o en tenerlos previstos con
tan divina prevision y acierto, que no perturbasen lo que estaba
prescrito y ordenado; asi como, aunque sea baja comparacion, cuenta el
inventor y constructor perito de una maquina con los rozamientos y con
el medio ambiente.
Tal manera de considerar los sucesos se avenia bien con el caracter de
D. Fadrique, corroborando su desden hacia las menudencias, y su prurito
de calificar de menudencias lo que para los mas de los hombres es
importante en grado sumo, y transformando su propension a la alegria y a
la risa en serenidad olimpica, digna de los inmortales.
En su moral no dejaba de ser severo. No habia borrado de sus tablas de
la ley ni un tilde ni una coma de los mandamientos divinos. Lo unico que
hacia era dar mas vigor, si cabe, a toda prohibicion de actos que
produzcan dolor, y relajar no poco las prohibiciones de todo aquello que
a el se le antojaba que solo traia deleite o bienestar consigo.
En aquella edad, pensar asi en Espana y en sus dominios ya hemos dicho
que era expuesto; pero D. Fadrique tenia el don de la mesura y del tino,
y sin hipocresia lograba no chocar ni lastimar opiniones o creencias.
Concurria a esto la buena gracia con que se ganaba las voluntades, no
con inspirar trivial afecto a todo el mundo, sino inspirandole muy vivo
a los pocos que el queria, los cuales valian siempre por muchos para
defenderle y encomiarle.
En la primera mocedad, dotado D. Fadrique de tales prendas, y siendo
ademas bello y agraciado de rostro, de buen talle, atrevido y sigiloso,
consiguio que lloviesen sobre el las aventuras galantes, y tuvo alta
fama de afortunado en amores.
Despues de terminada la rebelion de Tupac-Amaru ascendio a capitan de
fragata, y su reputacion de buen sold
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