coche, que se contentaran con vivir en el caballete del.
--Esos--dijo don Cleofas--se han de ir al infierno en coche y en alma.
--No es penitencia para menos--respondio el Cojuelo--. Diferentemente le
sucede a esotro pobre y casado, que vive en esotra casa mas adelante,
que despues de no haber podido dormir desde que se acosto, con un organo
al oido de ninos tiples, contraltos, terceruelas[167] y otros mil
guisados de voces que han inventado para llorar, ahora que se iba a
trasponer un poco, le ha tocado a rebato un mal de madre de su mujer,
tan terrible, que no ha dejado ruda en la vecindad[168], lana ni papel
quemado, escudilla untada con ajo, ligaduras, bebidas, humazos y
trescientas cosas mas[169], y a el le ha dado, de andar en camisa, un
dolor de ijada, con que imagino que se ha de desquitar del dolor de
madre de su mujer.
--No estan tan despiertos en aquella casa--dijo don Cleofas--donde esta
echando una escala aquel caballero que, al parecer, da asalto al cuarto
y a la honra del que vive en el; que no es buena senal, habiendo
escaleras dentro, querer entrar por las de fuera.
--Alli--dijo el Cojuelo--vive un caballero viejo y rico que tiene una
hija muy hermosa y doncella, y rabia por dejallo de ser con un marques,
que es el que da la escalada, que dice que se ha de casar con ella, que
es papel que ha hecho con otras diez u doce, y lo ha representado mal;
pero esta noche no conseguira lo que desea, porque viene un alcalde de
ronda, y es muy antigua costumbre de nosotros ser muy regatones[170] en
los gustos, y, como dice vuestro refran, si la podemos dar roma, no la
damos aguilena[171].
--?Que voces--dijo don Cleofas--son las que dan en esotra casa mas
adelante, que parece que pregonan algun demonio que se ha perdido?
--No sere yo, que me he rescatado--dijo el Cojuelo--, si no es que me
llaman a pregones del infierno por el quebrantamiento de la redoma; pero
aquel es un garitero que ha dado esta noche ciento y cincuenta barajas,
y se ha endiablado de colera porque no le han pagado ninguna y se van
los actores y los reos con las costas en el cuerpo, tras una pendencia
de barato[172] sobre uno que juzgo mal una suerte, y los mete en paz
aquella musica que dan a cuatro voces en esotra calle unos criados de un
senor a una mujer de un sastre que ha jurado que los ha de coser a
punaladas[173].
--Si yo fuera el marido--dijo don Cleofas--, mas los tuviera por gatos
que por musicos.
--Agora te pareceran ga
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