uanes y
don Alonsos. No se como ha tenido tanto descuido su ayo o naire, como lo
llaman los de la India Oriental; plebeyo debia de ser este animal, pues
ha llegado tan tarde al don. Vive Dios que me le he de quitar yo, porque
me desbautizan y desdonan los que veo.
--Sigueme--dijo el Cojuelo--, y no te amohines; que bien sabe el _don_
donde esta; que se te ha caido en el _Cleofas_ como la sopa en la miel.
Con esto, salieron del sonado (al parecer) edificio, y enfrente del
descubrieron otro, cuya portada estaba pintada de sonajas, guitarras,
gaitas zamoranas, cencerros, cascabeles, ginebras[217], caracoles,
castrapuercos[218], pandorga prodigiosa de la vida, y pregunto don
Cleofas a su amigo que casa era aquella que mostraba en la portada tanta
variedad de instrumentos vulgares[219],--que tampoco la he visto en la
Corte, y me parece que hay dentro mucho regocijo y entretinimiento.
--Esta es la casa de los locos--respondio el Cojuelo--que ha poco que se
instituyo en la Corte, entre unas obras pias que dejo un hombre muy rico
y muy cuerdo, donde se castigan y curan locuras que hasta agora no lo
habian parecido.
--Entremos dentro--dijo don Cleofas--por aquel postiguillo que esta
abierto, y veamos esta novedad de locos.
Y, diciendo y haciendo, se entraron los dos, uno tras otro; pasando un
zaguan, donde estaban algunos de los convalecientes pidiendo limosna
para los que estaban furiosos, llegaron a un patio cuadrado, cercado de
celdas pequenas por arriba y por abajo, que cada una dellas ocupaba un
personaje de los susodichos. A la puerta de una dellas estaba un hombre,
muy bien tratado de vestido, escribiendo sobre la rodilla y sentado
sobre una banqueta, sin levantar los ojos del papel, y se habia sacado
uno con la pluma sin sentillo. El Cojuelo le dijo:
--Aquel es un loco arbitrista[220] que ha dado en decir que ha de hacer
la reduccion de los cuartos, y ha escrito sobre ello mas hojas de papel
que tuvo el pleito de don Alvaro de Luna.
--Bien haya quien le trujo a esta casa--dijo don Cleofas--; que son los
locos mas perjudiciales de la republica.
--Esotro que esta en esotro aposentillo--prosiguio el Cojuelo--es un
ciego enamorado, que esta con aquel retrato en la mano[221], de su
dama, y aquellos papeles que le ha escrito, como si pudiera ver lo uno
ni leer lo otro, y da en decir que ve con los oidos. En esotro
aposentillo lleno de papeles y libros esta un gramaticon[222] que perdio
el juicio buscandole a u
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