iento. Y aquel con quien va
es el Marques de Ayamonte, estirado titulo de Castilla y Zuniga de
varon; y no menos que el es ese que viene en ese coche, el Conde de la
Puebla del Maestre, que tiene mas maestres en su sangre que condes, mozo
de grandes esperanzas, y lo fuera de mayores posesiones si tuviera de su
parte la atencion de la Fortuna. Alli pasa el Conde de Castrillo, Haro,
hermano del gran Marques de Carpio, presidente de Indias, y tras el, el,
Marques de Ladrada[507] y el Conde de Banos, padre y hijo, Cerdas, de la
gran casa de Medinaceli. Esotro es el Marques de los Trujillos, bizarro
caballero. Y tras ellos, el Conde de Fuensalida, con don Jaime Manuel,
de la camara de su Majestad y hermano del Duque de Maqueda y
Najara[508], que hoy gobierna el tridente de ambos mares.
--Digame vuesa merced, senor Licenciado--dijo la Rufina--: ?que casas
sumptuosas son estas que estan enfrente destas joyeras?
--Son del Conde de Onate[509]--dijo el
Diablillo--, timbre esclarecidisimo de los Ladrones de Guevara, Mercurio
Mayor[510] de Espana y Conde de Villamediana, hijo de un padre que hace
emperadores, y es hoy presidente de Ordenes.
--Y aquellas gradas que estan alli enfrente--prosiguio la tal Rufina
Maria--, tan llenas de gente, ?de que templo son, o que hacen alli tanta
variedad de hombres vestidos de diferentes colores?
--Aquellas son las gradas de San Felipe--respondio el Cojuelo--,
convento de San Agustin, que es el mentidero[511] de los soldados, de
adonde salen las nuevas primero que los sucesos.
--?Que entierro es este tan sumptuoso que pasa por la calle
Mayor?--pregunto don Cleofas, que estaba tan aturdido[512] como la
mulata.
--Este es el de nuestro Astrologo--respondio el Cojuelo--, que ayuno
toda su vida, para que se lo coman todos estos en su muerte, y siendo su
retiro tan grande cuando vivo, ordeno que le paseasen por la calle Mayor
despues de muerto[513], en el testamento que hallaron sus parientes.
--Bellaco coche--dijo don Cleofas--es un ataud para ese paseo.
--Los mas ordinarios son esos--dijo el Cojuelo--, y los que ruedan mas
en el mundo. Y ahora me parece--prosiguio diciendo--que estaran mis amos
menos indignados conmigo, pues la prenda que solicitaban por mi la
tienen alla, hasta que vaya estotra mitad, que es el cuerpo, a regalarse
en aquellos banos de piedra azufre.
--iCon sus tizones se lo coma[514]!--dijo don Cleofas.
Y la Rufina estaba absorta mirando su calle Mayor, que no
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