or si hace cabecera, y que no
es pleito de acreedores, que tienen unos antelaciones a otros.
--iAy, senor!--dijo la tal Rufina--, comience vuesa merced, que sera
mucho de ver; que yo cuando nina estuve en la Corte con una dama que se
fue tras de un caballero del habito de Calatrava que vino a hacer aqui
unas pruebas, y despues me volvieron mis padres a Sevilla, y quede con
grande inclinacion a esa calle, y me holgaria de volverla a ver, aunque
sea en este espejo.
Apenas acabo de decir esto la Gueespeda, cuando comenzaron a pasar
coches, carrozas, y literas, y sillas, y caballeros a caballo, y tanta
diversidad de hermosuras y de galas, que parecia que se habian soltado
abril y mayo y desatado las estrellas[491]. Y don Cleofas, con tanto
ojo[492], por ver si pasaba dona Tomasa; que todavia la tenia en el
corazon, sin haberse templado con tantos desenganos. iOh proclive
humanidad nuestra, que con los malos terminos se abrasa, y con los
agasajos se destempla[493]! Pero la tal dona Tomasa, a aquellas horas,
ya habia pasado de Illescas en su litera de dos yemas[494].
La Rufina Maria estaba sin juicio mirando tantas figuras como en aquel
teatro del mundo iban representando papeles diferentes, y dijo al
Cojuelo:
--Senor Gueesped, enseneme al Rey y a la Reina; que los deseo ver y no
quiero perder esta ocasion.
--Hija--le respondio el Cojuelo--, en estos paseos ordinarios no salen
Sus Majestades; si quiere ver sus retratos al vivo, presto llegaremos
adonde cumpla su deseo.
--Sea en hora buena--dijo la tal Rufina, y prosiguio, diciendo--: ?Quien
es este caballero y gran senor que pasa agora con tanto lucimiento de
lacayos y pajes en ese coche que puede ser carroza del sol?
El Cojuelo le respondio:
--Este es el almirante de Castilla don Juan Alfonso Enriquez de Cabrera,
duque de Medina de Rioseco y conde de Modica, terror de Francia en
Fuenterrabia.
--iAy, senor!--dijo la Rufina--. ?Aquel nos echo los franceses de
Espana? Dios le guarde muchos anos.
--El y el gran Marques de los Velez--respondio el Cojuelo--fueron los
Pelayos segundos, sin segundos, de su patria Castilla.
--?Quien viene en aquella carroza que parece de la Primavera?--pregunto
la Rufina.
--Alli viene--dijo el Cojuelo--el Conde de Oropesa y Alcaudete, sangre
de Toledo, Pimentel, y de la real de Portugal, principe de grandes
partes; y el que va a su mano derecha es el Conde de Luna su primo,
Quinones y Pimentel, senor de la casa de Benavide
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