esde el capitel de la torre de San Salvador,
descubierta "la carne del pastelon de Madrid", otean despues de la media
noche cuanto sucede en la coronada villa, trae a la memoria, por la
traza y manera, como indique en las notas de mi edicion critica del
_Quijote_[27], aquella inspeccion que desde la torre de la Giralda de
Sevilla, y acompanado asimismo de un _cicerone_, el maestro Desengano,
habia hecho Rodrigo Fernandez de Ribera, autor de _Los Antoios de meior
vista_[28]. El desaforado poeta del tranco IV es pariente propincuo de
otros dos muy conocidos en nuestra literatura: el del _Coloquio de los
Perros_, de Cervantes, y el de la _Vida del Buscon,_ de Quevedo. A hacer
entretenida y agradable la lectura de _El Diablo Cojuelo_ contribuyen
con lo ingenioso de la invencion la interesante variedad de las escenas,
la soltura y viveza del dialogo, y, especialmente, el chispeante gracejo
de Velez de Guevara. En cambio, la elocucion suele ser descuidadilla,
entre otras cosas, por la excesiva abundancia de gerundios.
Del Diablo Cojuelo, entremetido espiritu infernal que da nombre y ser a
la novela, trato el senor Bonilla en una breve nota. Mucho mas merecia
el que "trujo al mundo la zarabanda, el deligo y la chacona", y yo he de
volver hoy por su negra honrilla, recordando la mucha familiaridad que
nosotros los espanoles hemos tenido con el. Hayase de llamar Renfas, o
Asmodeo, o de otro cualquier modo, es lo cierto que este travieso
diablillo, con parecer de menor cuantia y ser cojo por anadidura, tomo
entre nosotros tal importancia, que nada malo se pudo hacer sin el. "_El
Diablillo Cojo_ sabe mas que el otro", enseno el refran, y cuando en el
calor de la ira se dijo a alguno que le llevase el diablo, no falto
quien, rectificando festivamente, respondiera: "_El Diablo Cojuelo_, que
es mas ligero". En las formulas supersticiosas llevabanle y traianle
como un zarandillo nuestras hechiceras de los siglos XVI y XVII, para
que les llevase y trajese sus galanes y paniaguados, y le daban prisa,
y le adulaban celebrando su ligereza. Veanse algunos ejemplos. Dona
Antonia Mexia declaro, entre otras cosas, en un proceso que se le siguio
por los anos de 1633[29]: "Que habra seis anos que la dicha Beatriz dixo
a esta que tomase un pedernal y le pusiese la mano encima y dixese:
Estos cinco dedos pongo en este muro;
cinco demonios conjuro:
a Barrabas, a Satanas,
a Lucifer, a Bercebu,
_al Diablo
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