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ojo avizor para saborear como es debido aquellas atrevidas metaforas,
aquellas extravagantes relaciones, aquellos estupendos equivocos,
aquellas arbitrarias licencias en que se complace. Esta indispensable
atencion fatiga en ocasiones; pero hace sacar doble fruto de la lectura
de un libro cuyo atractivo consiste, mas bien que en el interes de los
lances, en la ingeniosidad de los pensamientos. Solo el muy
familiarizado con los secretos del habla podra darse cabal cuenta de las
bellezas de una obra semejante." Exactisimo todo ello, y porque lo es y
a los mas de los lectores falta esa extremada familiaridad a que se
refiere el senor Bonilla, no podian buenamente pasar sin nota muchas de
las frases que no la tienen en sus ediciones. Ciento treinta y cinco que
estan en este caso senale de primera intencion cuando, leido el
sobredicho discurso del senor Nercasseau y Moran, me senti deseoso de
preparar, para la simpatica coleccion de "Clasicos Castellanos", esta
humilde edicioncita de _El Diablo Cojuelo._
Como el senor Bonilla, "procuro pecar antes por carta de mas que por
carta de menos, por lo cual a veces he explicado palabras y giros que
podran parecer a los eruditos de muy llana inteligencia. Tengase en
cuenta, sin embargo--anado con el--, que me dirijo a la generalidad y
que mi proposito es facilitar la comprension del libro de Velez de
Guevara a todo genero de lectores." Con mayor motivo habia yo de hacer
lo propio en una edicion vulgarizadora, como es la presente. Pero aun
asi, he huido con mucho cuidado de escribir notas por las cuales se me
pudiese encasillar junto a Lucas de Valdes y Toro, aquel empecatado
cirujano cordobes que en 1630 dio a la estampa un opusculo perogrullesco
intitulado asi: _Tratado en que se prueba que la nieve es fria y
humeda[36]_.
No obstantes mi buena voluntad y la diligencia con que procure evitarlo,
se me han quedado por entender algunas frases del texto. Hay quien,
puesto a anotar uno cualquiera, explica lo que buenamente se le alcanza,
y en cuanto a lo que no, hace, como dicen, la vista gorda y pasa de
largo sin decir palabra, dando a colegir con su silencio que aquello que
no explico no lo ha menester, por ser cosa llanisima. Jamas cometi esa
reprobable fulleria: antes por el contrario, en casos tales confieso
paladinamente que aquel lugar merece y pide explicacion, y que, por
malos de mis pecados, yo no acerte a darsela[37].
Por ultimo, aunque en esta edicion sigo el texto de
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