ruta
sagrada y con su sola presencia, al agua pura de la cascada, con su
ropaje bordado de espuma y el flotante velo de vapor, irisado, adquiria
la forma de una mujer hermosa y le sonreia con amor. Numa, el misero
mortal, la hablaba como a su igual, y la ninfa le contestaba con voz
cristalina, a la que se mezclaban como un coro lejano el murmullo del
follaje y los ruidos del bosque. El legislador aprendio alli su
sabiduria. Ningun anciano con su barba blanca hubiera pronunciado
palabras tan juiciosas como las que salian de los labios de la ninfa,
inmortal y eternamente joven.
?Que nos dice esta leyenda, sino que solo la naturaleza y no la baraunda
de las multitudes puede iniciarnos en la verdad? ?que para iniciarse en
los misterios de la ciencia es preciso retirarse a la soledad y
desarrollar su inteligencia por la reflexion? Numa Pompilio, Egeria, no
son mas que nombres simbolicos que resumen todo un periodo de la
historia del pueblo romano, lo mismo que la de toda sociedad naciente: a
las ninfas, o, por mejor decir, a las fuentes; a los bosques, a los
montes deben los hombres la inspiracion de sus costumbres y sus leyes en
el origen de la civilizacion. Y aun cuando fuera cierto que la discreta
naturaleza hubiera dado asi consejos a los legisladores, transformados
bien pronto en opresores de la humanidad, icuanto bien no ha hecho sobre
ella en favor de los que sufren en la tierra, para darles energia,
consolarlos en las horas de desgracia y fortalecerlos para la gran
batalla de la vida! Si los oprimidos no hubieren tenido donde templar
las energias y crearse un alma fuerte contemplando la tierra y sus
grandes paisajes, la iniciativa y la audacia hubieran muerto ha muchos
siglos. Todas las cabezas se hubieran inclinado ante unos cuantos
despotas y todas las inteligencias hubieran caido en una indestructible
red de sutilezas y mentiras.
En nuestras universidades e institutos, muchos profesores, sin saber lo
que hacen o creyendo hacer bien, intentan disminuir el valor de la
juventud educando la fuerza y la originalidad segun sus propias ideas,
imponiendo a todos la misma disciplina y mediocridad. Existe una tribu
de pieles rojas en la que las madres intentan hacer hijos para
consejeros y para la guerra haciendoles inclinar la cabeza hacia
adelante o hacia atras por medio de solidos instrumentos de madera y
vendajes apropiados; lo mismo que esta tribu existen pedagogos que se
consagran a la obra funesta de fabricar cab
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