sus instancias, y una de las doncellas tomo una guitarra y se
puso a tocar para que D. Fadrique bailase.
--Baila, Fadrique, --dijo D. Diego, no bien empezo la musica.
Repugnancia invencible al baile, en aquella ocasion se apodero de su
alma. Veia una contrariedad monstruosa, algo de lo que llaman ahora una
_antinomia_, entre el bolero y la casaca. Es de advertir que en aquel
dia D. Fadrique llevaba casaca por primera vez: estrenaba la prenda, si
puede calificarse de estreno el aprovechamiento del arreglo o
refundicion de un vestido, usado primero por el padre y despues por el
mayorazgo, a quien se le habia quedado estrecho y corto.
--Baila, Fadrique, --repitio D. Diego, bastante amostazado.
Don Diego, cuyo traje de campo y camino, al uso de la tierra, estaba en
muy buen estado, no se habia puesto casaca como su hijo. D. Diego iba
todo de estezado, con botas y espuelas, y en la mano llevaba el latigo
con que castigaba al caballo y a los podencos de una jauria numerosa que
tenia para cazar.
--Baila, Fadrique, --exclamo D. Diego por tercera vez, notandose ya en
su voz cierta alteracion, causada por la colera y la sorpresa.
Era tan elevado el concepto que tenia D. Diego de la autoridad paterna,
que se maravillaba de aquella rebeldia.
--Dejele V., senor de Mendoza --dijo la hidalga viuda.-- El nino esta
cansado del camino y no quiere bailar.
--Ha de bailar ahora.
--Dejele V.; otra vez le veremos, --dijo la que tocaba la guitarra.
--Ha de bailar ahora --repitio D. Diego.-- Baila, Fadrique.
--Yo no bailo con casaca, --respondio este al cabo.
Aqui fue Troya. D. Diego prescindio de las senoras y de todo.
--iRebelde! imal hijo! --grito:-- te enviare a los Toribios: baila o te
desuello; y empezo a latigazos con D. Fadrique.
La senorita de la guitarra paro un instante la musica; pero D. Diego la
miro de modo tan terrible, que ella tuvo miedo de que la hiciese tocar
como queria hacer bailar a su hijo, y siguio tocando el bolero.
Don Fadrique, despues de recibir ocho o diez latigazos, bailo lo mejor
que supo.
Al pronto se le saltaron las lagrimas; pero despues, considerando que
habia sido su padre quien le habia pegado, y ofreciendose a su fantasia
de un modo comico toda la escena, y viendose el mismo bailar a latigazos
y con casaca, se rio, a pesar del dolor fisico, y bailo con inspiracion
y entusiasmo.
Las senoras aplaudieron a rabiar.
--Bien, bien --dijo D. Diego.-- iPor vida del diablo! ?Te
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