en paso la oleada
de pueblo que lo producia. Todas las senales eran de que habia comenzado
una de aquellas asonadas tan frecuentes entonces.
Era ya tarde: los quinques habian llegado al tercer periodo de su
reverberacion dificultosa, es decir, estaban en los instantes
precursores de su completo aniquilamiento, y las mechas despedian humo
mas hediondo y abundante. Uno de los mozos se habia marchado a dormir;
otro roncaba junto a la puerta, y el tercero habia salido con los
parroquianos. A lo lejos se oia un eco de voces siniestras, las voces
del tumulto popular, que rodaba por la villa agitandola toda.
El cafetero continuaba inmovil en su tripode. Dos luminosos puntos de
claridad verdosa brillaban detras de el. Era Robespierre que se acercaba
a su amo, y saltando por encima de sus hombros, se ponia delante para
recibir una caricia. El hombre del cafe le paso la mano afectuosamente
por el lomo, y el animal, agradecido, alzo el rabo, arqueo el espinazo,
se lamio los bigotes, y despues de estirarse muy a la sabor, se volvio a
su rincon, donde se agazapo de nuevo.
Frente por frente al mostrador, y en el mas obscuro sitio del cafe,
principio a destacarse una figura humana, invisible hasta entonces. Esta
persona salia de la sombra, y avanzando lentamente hacia el mostrador,
entraba en el foco de la escasa luz que aclaraba el recinto, siendo
posible entonces observar las formas de aquel silencioso y extrano
personaje.
Era un hombre de edad avanzada; pero en vez de la decrepitud propia de
sus anos, mostraba entereza, vigor y energia. Su cara era huesosa,
irregular, sumamente abultada en la parte superior; la frente tenia una
exagerada convexidad, mientras la boca y los carrillos quedaban
reducidos a muy mezquinas proporciones. A esto contribuia la falta
absoluta de dientes, que, habiendo hecho de la boca una concavidad
vacia, determinaba en sus labios y en sus mejillas depresiones profundas
que hacian resaltar mas la angulosa armazon de sus quijadas. En su
cuello, los tendones, huesos y nervios formaban como una serie de piezas
articuladas, cuyo movimiento mecanico se observaba muy bien, a pesar de
la piel que las cubria. Los ojos eran grandes y revelaban haber sido
hermosos. Por extrano fenomeno, mientras los cabellos habian
emblanquecido enteramente, las cejas conservaban el color de la
juventud, y estaban formadas de pelos muy fuertes, rigidos y erizados.
Su nariz corva y fina debio tambien haber sido muy hermosa, aun
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