-Vamos, marchaos a vuestras casas--dijo el militar con mucha
entereza:--yo le defiendo.
--?Usia?
--Si, yo. Marchaos, yo respondo de el.
--Pues sino _ize_ iviva la...!
--Di 'iviva la Constitucion!'--exclamaron todos a la vez, menos Calleja,
que se estaba riendo como un idiota.
--Vamos--manifesto el militar, dirigiendose a Elias: digalo usted, es
cosa que cuesta poco, y ademas hoy debe decirlo todo buen espanol.
--iQue lo diga!
--iQue lo _iga_ pronto!"
El militar persistia en que dijera aquellas palabras, como un medio de
verse libre; pero Elias continuaba en silencio.
"Vamos padrito, pronto--dijo el matutero.
--iNo!--exclamo Elias con profunda voz y tremulo de indignacion."
Entonces Tres Pesetas alzo la vara sobre el viejo; los demas se
dispusieron a acometerle, y fue preciso que el militar empleara todas
sus fuerzas y todo su prestigio para impedir un mal desenlace.
"Diga usted iviva la Constitucion!"
--iNo!--repitio Elias. Y como si recibiera inspiracion del cielo, en un
arrebato de supremo valor exclamo:
"iMuera!"
Los cuatro desalmados rugieron con ira; pero el militar parecia resuelto
a defender a Elias hasta el ultimo trance.
"Apartaos--dijo.--Este hombre esta loco. ?No conoceis que esta loco?
--Que retire esas palabras--dijo riendo siempre Calleja, que aun en la
embriaguez blasonaba de usar con propiedad las formulas parlamentarias.
--?Que _ritire_ ni _ritire_?
--Si, esta loco--dijo Chaleco;--y si no esta loco, esta bo ... bo
... borracho.
--iEso es ... eso ... borracho!--grito Calleja, que al fin habia
necesitado apoyarse en la pared para no caer en tierra."
Algunos vecinos se habian asomado; algunos transeuntes trabaron
conversacion con el venerable Tres Pesetas, y ya sea que un ebrio se
distrae facilmente, ya que les impusiera temor la actitud firme del
militar, lo cierto es que los cuatro amigos de Calleja dejaron en paz a
Elias, el cual, ayudado de su protector, se levanto como pudo y se puso
el gorro que casi habia perdido la forma bajo los pies del matutero. El
militar, al detener con un vigoroso esfuerzo el movimiento agresivo de
Chaleco contra Elias, se rozo la mano izquierda con la extremidad
puntiaguda de la empunadura de la navaja que el mozo llevaba en la faja.
Esta rozadura le levanto un poco la piel y le hizo derramar alguna
sangre. El militar se envolvio la mano en un panuelo, y con la derecha
tomo el brazo del viejo. Este se hallaba magullado, roto y
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