on todos menos el obsequiado. En la casa le
esperaban la senora Nicolasa, que se estaba poniendo vieja, y Orejon
_senior,_ que se conservaba muy fuerte. Su pequena hermana era ya una
muchacha; pero la pobre mas fama tenia de traviesa que de sabia. Hubo
una pequena fiestecilla de confianza con abundancia de bollos, de los
cuales la mitad (sea dicho en honor de la imparcialidad) fueron
consumidos por don Pablo Bragas.
En el pueblo continuo Elias consagrado al estudio. Su sequedad aumento,
y se determino mas su orgullo; pero los padres no notaban tal cosa, y
estaban amartelados con el joven. Si alguna vez los ofendia
momentaneamente la rigidez de su trato, contentabanse luego con oir de
boca de Bragas un panegirico, cuyo epilogo era siempre tazon de
chocolate o magra de gran calibre.
Elias tenia treinta anos cuando marcho a la Corte. No sabemos si el, al
tomar esta determinacion, sono con adquirir la gloria que los astros,
por boca de un sabio, habian anunciado. El, sin duda, tenia dispuesto
algun plan. Al llegar a Madrid trabo relaciones muy intimas con los
Padres del convento de Trinitarios, que eran sabios como unos templos.
Hizo asimismo estrechas relaciones con un senor de la nobleza
perteneciente a la casa ilustre de los Porrenos y Venegas, marqueses de
la Jarandilla; y tomo tal aficion a esta familia, que la sirvio
fielmente en la prosperidad, y fue su mayordomo, aun despues de la ruina
de la casa, acontecida al fin de la guerra. Al estallar esta en 1808,
Elias dejo sus costumbres sedentarias, sus Pandectas, su Digesto y sus
Dacretales, para militar en las filas de Echevarri y el Empecinado;
hizo con el primero toda la campana de Navarra, y organizo una porcion
de somatenes en Castilla al pasar Napoleon de vuelta de Madrid.
Concluida la guerra, paso por su pueblo: su padre habia muerto; su
hermana era ya mujer y se habia casado con un pariente labrador; su
madre estaba tullida y enferma. Bragas habia perdido su buen humor y su
aficion a los astros; pero no su amor a Elisico, ni el convencimiento
profundo de que _dos naciones se unirian contra el, y que el las
venceria a las dos_.
En Ateca supo el incremento que tomaba el partido constitucional y el
entusiasmo con que en toda la Peninsula era mirada la Asamblea de Cadiz.
Advirtamos que Elias detestaba de muerte a los constitucionales. Aquel
hombre, que desde que tuvo uso de razon no vivio sino con la
inteligencia, ni en su juventud experimento los natur
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