el principio. iAh! Pero el trabajaria; seria activo, ingenioso, astuto.
Bien sabia el que tenia talento. ?Pero debia ser un simple agricultor?
No: eso era poco para el. Debia ir a Madrid, hacerse oir, buscar un
nombre, un puesto. Esto seria cosa muy facil para quien tenia tales
aptitudes. ?No era seguro que al llegar Lazaro a la corte, centro
entonces, como ahora, de la actividad intelectual del pais, adquiriria
nombre, posicion, fortuna? Sin duda. Ya debian conocerle de oidas por
sus discursos pronunciados en Zaragoza. En aquel tiempo los jovenes se
abrian paso facilmente entre la multitud decrepita; aquellos que, con
todo el vigor de la fe y toda la fuerza de la edad primera, emprendian
la propagacion de las nuevas ideas, se imponia infaliblemente,
adquiriendo una alta y envidiada posicion social. El se creia superior,
?a que negarlo? En la profundidad de su conciencia sentia una voz que
sin cesar decia: "Yo valgo. Es preciso buscar los sucesos antes que
ellos vengan a buscarnos. Animo, pues."
Estos pensamientos eran los que ocupaban la mente de Lazaro en los dias
que siguieron a la partida de Clara. Cuando su determinacion se hizo
firme, vio con entusiasmo que su inteligencia adquirio mas vigor y su
pecho mas osadia. Pareciale que su voz era capaz de emitir los mas
profundos, los mas calurosos, los mas verdaderos acentos en defensa de
los nobles principios de la epoca; le parecia que nada igualaba a su
facilidad de expresion, a su logica terrible, a su frase pintoresca y
expresiva. En lo mas callado de la noche, cuando en parajes solitarios
se entregaba a sus meditaciones, se oia, se estaba oyendo. Una voz
elocuente resonaba dentro de el, y mudo y reconcentrado asistia a las
maravillas e internas manifestaciones de su propio genio. Era auditorio
de si mismo, y le parecia que jamas habia tenido el verbo humano frases
mas bellas, logica mas segura, entonacion mas vigorosa. Se aplaudia; le
parecia que en torno suyo multitud infinita de sombras aglomeradas le
aplaudian tambien; que resonaba un intenso palmoteo, cuyo fragor llenaba
toda la tierra.
De vuelta a su casa dormia, y durante el sueno continuaba resonando en
su cerebro la misma voz que hacia estremecer miles de corazones; que
llevaba el entusiasmo o el espanto a ejercitos enteros de ciudadanos; y
entonces se le figuraba que dentro de su ser habia una misteriosa
entidad sonora, un espiritu locuaz, que sostenia constantemente alla en
su profundo nucleo la mas b
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